Las visitas del padre Parras al convento de la recolección del Rincón de
San Pedro (1749-1752)
La orden franciscana en cumplimiento
de la donación del Dr. Fray Francisco Antonio de Goycoechea se hallaba hacia
1750 en plena tarea de construir el convento de San Pedro. La donación de
tierras había sido hecha por escritura el 13 de noviembre de 1743 y la cédula
real por la cual Fernando VII acepta dicha donación está fechada en Sevilla
-cinco años después- el 26 de Agosto de 1748 y no fue conocida en Buenos Aires
hasta el 9 de Febrero de 1750[i].
Del inicio de las obras de construcción
del convento puede encontrarse evidencias en el diario de viajes del padre
Parras cuando da cuenta de su breve visita, el 05-11-1749, al convento en obras
donde no se hospeda para no ocasionar –a su decir-mayores incomodidades.
…el día 5 de noviembre llegamos al Rincón de San Pedro.
Actualmente se está fundando un convento de Recolección, distante del dicho
Arrecifes cuatro leguas y situado sobre la misma barranca del Río de la Plata, que por este paraje
se llama Paraná, cuyo nombre conserva hasta su oriente, que lo tiene en el
Brasil de los portugueses, distante de Buenos Aires más de seiscientas leguas.
Estaba este convento del Rincón de San Pedro, muy a los
principios: vivían los religiosos en unos ranchitos de paja, con grave
incomodidad; aunque ya hoy siendo Dios servido, se va edificando, y hay bien
fundada esperanza que será uno de los mejores conventos que tendrá esta
provincia. Está, como se ha dicho, sobre el río, en un bastísimo despoblado:
mantiénense los religiosos de la limosna que se recoge en las estancias de
aquella comarca, que son muchas, y del pescado, de que el río es abundantísimo.
Por no ocasionar pues mayor incomodidad, dejé orden para que, en pasando
noticia de que el barco llegaba, me avisasen, y pasamos mi compañero y yo a
hacer tiempo a la estancia de don Antonio Rodríguez[ii],
distante del convento cuatro leguas, donde había capilla para decir misa y
todas providencias para vivir con conveniencia, y sobre todo concurría el
grande afecto que siempre había merecido a los señores de la estancia, y en
esta ocasión lo experimenté (Parras, pags 130-131).
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CONVENTO FRANCISCANO |