REFRIEGA DEL TALA

General Angel Pacheco

Se ha cumplido un nuevo aniversario de la refriega del Tala que no solo algunos historiadores sino los mismos sampedrinos ignoran, que hubo dos hechos importantes de guerra civil casi en el mismo lugar de nuestro partido, en las proximidades del nacimiento del arroyo del Tala, de allí que los partes de guerra hagan referencia al mismo como ocurrido en "Puntas del Tala". Con esta referencia queda perfectamente claro, que en nada están vinculados con la población del mismo nombre ubicada sobre la línea ferroviaria, a la que muchos consideraron como el lugar donde ocurrieron ambos acontecimientos.
El más importante por su magnitud, la Batalla de El Tala, tuvo lugar en 1854 en las cercanías del límite con el partido de Arrecifes, donde hoy se encuentra el paraje de Colonia Velaz, muy cerca de la Posta Gorosito, tema del cual haré un comentario oportunamente.
El otro hecho en cambio es una refriega ocurrida en 1840 en oportunidad del desembarco de Lavalle en San Pedro, cuando se propuso a través de su "Expedición Libertadora", derrocar al gobierno dictatorial de Buenos Aires presidido por el Brigadier General don Juan Manuel de Rosas..
Dicho encuentro se produjo en las inmediaciones del arroyo de El Tala en un lugar muy próximo al anterior, en las cercanías de la estancia de Pedro Celestino Casco, donde hoy se encuentra la Facultad de Agronomía y Veterinaria. En ese lugar se hallaba acampado el general Angel Pacheco cumpliendo instrucciones del gobierno de la provincia..
"Estando acampados ayer en la estancia de Linares -cuenta Lavalle en su informe a Vilela - se dejó ver la columna de Pacheco a eso de las cinco de la tarde. Nuestras legiones permanecieron inmóviles porque este mismo arroyo (se refiere al Tala) los separaba del enemigo ".
Pero Pacheco lo vadeó al anochecer y ejecutó la carga que causó su derrota. Dejó en el campo dos piezas de artillería que traía, todas sus caballadas, pero por desgracia estas se asustaron con el ruido de la acción y se dispersaron todos, no habiendo podido reunirlos por la oscuridad ".
Pacheco por su parte cumplió con lo que se le había pedido "chocar al enemigo " y "entretenerlo en su marcha", y de ser posible " no pelear ni tirar un tiro", de allí la dispersión de las caballadas con las que quiso entretener al enemigo.

Colaboración Américo Piccagli

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