LA MISA DEL ALBA
El viejo hospital y la viejas volantas Los árboles dibujaban extrañas figuras. El contorno de la fuente cobraba una belleza distinta. La larga noche invernal se prolongaba y la niebla que cubría la plaza desierta intentaba apagar el sonido de las campanas del Socorro, que llamaban a la primera misa; adentro, las sombras se confundían en la semipenumbra del templo que tenía iluminado sólo el altar mayor. . Todo parecía cambiar durante esa ceremonia rezada en un latín que obligaba a esforzarse para no confundir sus secuencias. Un particular resplandor envolvía los viejos altares enmarcados entonces por el dorado de sus maderas cuidadosamente trabajadas. La silueta oscura de la Dolorosa con su rostro afilado mostrando la herida de su corazón de plata y la trágica imagen de Santa Inés en su caja de cristal, adquirían una realidad más inquietante. Hasta las monedas de la limosna sonaban cómplices de ese secreto. El clásico repiqueteo de cascos anunciaba la llegada de la vieja...