UN PEQUEÑO COLABORDOR

Federico, entusiasmado con el sensacional regalo, lo tuvo un tiempo. Lo admiraba a diario, lo tocaba y lo volvía a observar. Sin embargo, sentía que su habitación no era el lugar donde debía estar aquél tesoro. Sin dudarlo, le pidió a su familia que lo lleven al Museo porque él quería que el fósil fuera admirado y compartido por todos los sampedrinos. Mastodontes La gran pieza fósil acercada por Federico es parte de un húmero de un mastodonte (Stegomastodon platensis), un género de “elefante” prehistórico que se agrupó en manadas que vagaban pastando por la llanura pampeana durante el Pleistoceno, luego de haber ingresado a América del Sur una vez consolidado el istmo de Panamá, provenientes de América del Norte.
Los mastodontes fueron herbívoros de talla similar a la de los elefantes asiáticos actuales, grandes consumidores de hierbas y follaje de ciertas plantas autóctonas y poseedores de un esqueleto conformado por sólidos huesos que debían soportar su gran peso, superior a las 4 toneladas. En la región pampeana se desarrolló la especie Stegomastodon platensis, habitando amplios espacios verdes, clima benigno y terrenos llanos, aprovechando una gran abundancia de alimentos. En la zona cercana a la cordillera habitó Cuvieronius, mejor adaptado a climas más rigurosos, terrenos en mayores altitudes y una dieta basada en vegetales de montaña.
En San Pedro, en ciertas ocasiones, el Museo ha recuperado diferentes piezas correspondientes a estos grandes mamíferos. La más destacada ha sido un impresionante “colmillo” o defensa de 2,23 metros de longitud y 85 kilogramos de peso. El loable y desinteresado gesto de Federico Epelde de haber donado este nuevo fósil, contribuye a seguir engrandeciendo la colección del Museo Paleontológico de San Pedro y marca un joven ejemplo a seguir.
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