DARÍO OSCAR de LAS HERAS



LA COLUMNA TRUNCADA
La paz de los antiguos cementerios encierra una riqueza histórica, arquitectónica y cultural que corre serio riesgo de perderse si no se genera en la población una corriente positiva que luche contra los peligros que la amenazan. Uno de ellos es el cementerio municipal de San Pedro que se inauguró en 1867 con el nombre de Cementerio del Sur, y donde algunas familias trasladaron los restos de sus deudos desde el antiguo, que estaba ubicado en la actual plaza Mitre, frente al hospital.  A partir de entonces comenzó su continuo e incesante crecimiento.

Entre los numerosos monumentos que enriquecen su patrimonio histórico, se destaca por su singularidad una columna truncada, un sencillo volumen cónico de  mármol blanco, con una guirnalda de hojas y flores rodeando su base, donde se leen dos nombres, Darío de Las Heras y Sarita de Las Heras. La presencia de esta columna suele estimular la imaginación de los visitantes dando lugar a distintas interpretaciones. Para algunos podría asociarse con la representación de una vida interrumpida prematuramente, mientras que otros sólo advierten en ese pilar trunco la expresión de un estilo impuesto por los escultores de la época. Pero no faltan otras miradas que creen estar frente a un evidente símbolo masónico, al afirmar que en la funeraria de esta filosofía la columna truncada representa a los miembros fallecidos, y la guirnalda de pequeñas flores y hojas que rodea su base simboliza la unidad y la paz. Cabe recordar que a fines del siglo XIX, precisamente el 27 de abril de 1891, se fundó en San Pedro el Taller que llevó el nombre de Virtud y Trabajo, que pertenecía a la logia masónica y que perduró en el tiempo, con numerosos y entusiastas adherentes a sus principios morales y a sus ideales de libertad, igualdad, y fraternidad, antecedentes considerados en la versión que sustenta la influencia masónica del monumento.


Lo cierto es que esta columna evoca una historia trágica que conmovió a la sociedad sampedrina, cuando en la noche del martes 14 de abril de 1908 y dentro del edificio del entonces Club Unido, hoy Centro de Comercio e Industria, se produjo un lamentable suceso entre los señores Miguel Ángel Rojas Bosch y Darío Oscar de Las Heras, ocasionado según la información del periódico El Independiente en su edición del domingo 19 de abril de 1908, a raíz de un breve cambio de palabras entre las personas nombradas, motivadas según se dice por asuntos personales que existían entre ambos. A consecuencia de los disparos resultó gravemente herido el señor Darío de Las Heras, sucediendo todo esto con tanta rapidez, que fue imposible poderlo evitar por las personas que lo presenciaron.

Conducido al Hotel Semino, inmediatamente fue atendido por los doctores Cano y Cavia, y más tarde por los doctores Noceti y Moulins, pero todos ellos manifestaron que el caso era sumamente grave, por lo que se resolvió trasladarlo esa misma noche a Buenos Aires donde fue operado al siguiente día, pero desgraciadamente sin resultado.
Los restos del Sr. de Las Heras fueron transportados a esta ciudad en el tren local del jueves, y el sepelio tuvo lugar el viernes a las 10 a.m., acompañados de numerosos vecinos y de la banda de música. A continuación el periódico lamentaba el desgraciado desenlace que enlutó a esta sociedad, y enviaba sus condolencias a los deudos.
Después de tanto tiempo sólo se pueden rescatar algunos detalles que permiten entrever parcialmente aspectos de la vida de los dos principales protagonistas de este acontecimiento, dentro del entorno en que actuaban. Darío Oscar de Las Heras contaba en ese momento tan sólo con 24 años de edad y sus padres eran Felipe de Las Heras y Honoria Chacón, pertenecientes a conocidas familias con antigua ascendencia en la zona.



El Independiente publicaba el 29 de abril de 1906 la noticia del enlace de Darío de Las Heras con Elena Nally y Flynn, hija de irlandeses, celebrado el día 21 de dicho mes. De esta unión nació una hija, Sara Honoria Susana de Las Heras, en el año 1907.

Sobre sus actividades laborales, el periódico informaba en mayo de 1906 que los señores Néstor Cano y Darío O. de Las Heras establecieron un escritorio de comisiones y remates, instalándose en la calle Comercio (hoy Pellegrini) 682. Pero en noviembre del mismo año se había disuelto esta razón social, de la que se hicieron cargo los señores Néstor y Pompeyo Cano que continuarían con los mismos ramos bajo el rubro de Cano Hnos. en el domicilio que ocupaba la extinguida firma. En junio de 1907 Darío de Las Heras adquiría junto a Felipe Semino (h) las existencias de la antigua “cochería del Navarro” y que bajo el nombre de “La Buenos Aires” seguiría atendiendo a su clientela en el mismo local de Garayo.

Por su parte, Darío de Las Heras abrió en febrero de 1908 un nuevo escritorio de “Remates, comisiones en general, compraventa de terrenos, tramitación de testamentarias, cobranzas, etc. tanto en los tribunales superiores como en Juzgado de Paz local. Oficina: Calle Buenos Aires (hoy Eugenio Arnaldo) y Dr. Pellegrini, al lado del Hotel Semino.
También intervino en el confuso y prolongado período político que vivió la Municipalidad de San Pedro durante 1907 y principios de 1908, donde coexistieron dos autoridades municipales en pugna, apoyadas por sendas tendencias marcadamente opuestas. El Independiente mencionaba a Darío de las Heras como perteneciente a la corriente minoritaria, encabezada por Eduardo González Bonorino y Filiberto de Oliveira Cézar. Pero tanto su incursión en la política como sus emprendimientos de trabajo, quedarían frustrados por el funesto altercado que a poco terminó con su vida.

En cuanto a Miguel Ángel Rojas Bosch, su llegada a San Pedro fue objeto de un buen recibimiento según las palabras de El Independiente, al comunicar en su edición del 16 de abril de 1906 que: desde hace varios días se encuentra en la localidad el simpático e inteligente escribano público cuyo nombre encabeza estas líneas. Designado por el P.E para hacerse cargo del registro que dejó vacante el escribano Mira, no dudamos tendrá gran éxito en su profesión, dadas las brillantes prendas de honorabilidad y competencia que adornan al distinguido notario.
En mayo de 1906, este profesional instaló su escribanía en la calle Buenos Aires N° 81, Hotel de Semino, y en octubre de dicho año se trasladó a la calle Carlos Pellegrini 452, al lado del taller mecánico de los señores Stein y Cía. Cuando el 12 de enero de 1908 se renovó la Comisión Directiva del Club Unido, Miguel Ángel Rojas Bosch fue designado para el cargo de vicepresidente, lo que daría por sentada su aprobación en el seno de la sociedad local, sin imaginar que todo terminaría tan abruptamente dos meses después.

La noticia de la trágica muerte de Darío de Las Heras mantuvo expectante a la opinión pública, y su repercusión fue seguida por el periódico, al informar el 21 de abril que “El Sr. Rojas Bosch, quien inmediatamente de ocurrido el desgraciado incidente se presentó a la comisaría local, continúa aun incomunicado.” Con fecha 9 de agoto de 1908 dio a conocer que: el agente fiscal ad hoc que entiende en este proceso se ha expedido pidiendo se imponga al procesado Sr. Rojas Bosch la pena de nueve meses de arresto por imprudencia. Pero en su edición del 1°de noviembre de 1908 anunciaba que: “el domingo pasado por la tarde, en virtud de la sentencia dictada por el juez del crimen Dr. Thorne que entendía en la causa, salió en libertad el Sr. Miguel Ángel Rojas Bosch. Según las fuentes, el juez lo absolvió de culpa y cargo por haber obrado en uso de legítima defensa, actuando el Dr. Iturburo como defensor del acusado.
Por otra parte, se registraban distintos cambios impuestos por los acontecimientos. El 3 de mayo de 1908 se publicaba el aviso del nuevo rematador: El señor Luis Felipe de Las Heras se ha matriculado de rematador, habiéndose instalado en la localidad en el mismo local que ocupó el escritorio de su malogrado hermano don Darío Oscar, de cuyas operaciones comerciales, judiciales, etc. se ha hecho cargo Este escritorio se trasladó en agosto a Carlos Pellegrini N° 378, al lado de la Oficina de Valuación. Mientras que el 17 de mayo de 1908 el señor Stein ofrecía en alquiler la casa que ocupara la escribanía de Rojas Bosch.

El Independiente publicaba el 8 de agosto de 1909 que los escribanos públicos señores Claudio C. Insúa y Miguel A. Rojas Bosch, han permutado los registros que regenteaban en esta ciudad y Colón, pasando el Sr. Rojas a este último pueblo y viniendo a la localidad el Sr, Insúa. De esta manera Rojas Bosch se alejaba definitivamente de un ambiente que se habría tornado adverso para su desempeño, concluyendo así su breve y desafortunada estadía en San Pedro.
En diciembre de 1911 el P.E. de la provincia le concedió al joven escribano sampedrino Gregorio Soulé la regencia de la oficina de contratos públicos, administrada anteriormente por Manuel Mira y luego por Miguel Rojas Bosch. La nueva escribanía se instaló en una antigua casa de la calle Liniers, entre 25 de Mayo y Belgrano, dejando atrás penosas experiencias.

Al margen de esas modificaciones, otra persona envuelta en ese triste destino continuaba su vida signada por pérdidas irreparables. Elena Nally y Flynn, viuda de Darío de Las Heras, quien debió afrontar poco tiempo después un muy duro golpe: la muerte de la pequeña hija de ambos, Sarita de Las Heras, ocurrida en San Pedro el 16 de noviembre de 1811 a los cuatro años de edad, durante una epidemia de fiebre tifoidea. Un mes después, el 17 de diciembre de 1811 se anunciaba el remate de todo el fino mobiliario que adornaba la casa de esta señora, ubicada en la esquina de las calles Belgrano y Facundo Quiroga: piano, cuadros, muebles, de los que su dueña decidía separarse en ese doloroso trance. Luego, la vida le depararía un cambio notable al casarse en segundas nupcias el 16 de septiembre de 1816 con Tomás Flynn y Doyle, futbolista y presidente del Club Rosario Central entre 1816 y 1817, con quien tuvo un segundo matrimonio feliz, sin descendencia.

No volvió a San Pedro y permaneció en Rosario relacionada con la comunidad irlandesa de esa ciudad en la que falleció, casi octogenaria, en 1964. Ha pasado más de un siglo y lentamente se fueron esfumando los recuerdos de los hechos y los nombres que surgen de estas antiguas crónicas. Pero la columna truncada permanece aún impasible, con el desafío de su incierto significado, marcando la relevancia de muchos monumentos del cementerio de San Pedro que guardan en sí mismos parte de la memoria de la población, tan merecedores de ser realzados y protegidos, cuando los cambios sociales y la indiferencia parecieran opacar los auténticos valores de este patrimonio histórico.
Colaboración Julia McInerny
Fuentes:
. Periódico El Independiente. Archivo. Números: 729, 731, 732, 734, 739, 754, 759, 790, 819, 821,
836, 838, 849, 902, 1026, 1275.
. http://www.irishgenealogy.com.ar/genealogia/N/Nally/James.php
. http://www.irishgenealogy.com.ar/Cementerios/CementerioSanPedro.php
. http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-218-42.htm
. http://logiamazzini118.i8.com/masones_ilustres_argentinos.htm
. http://misteriosdelaplata.blogspot.com.ar/2011/05/simbologia-masonica-en-el-
cementerio-de.html.

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