CRISIS
CRISIS DE LA QUE HAY QUE SALIR
Mientras la desocupación, el hambre y la miseria
aumentan, poco se hace para dar ocupación y salario adecuado al necesitado,
para él y sus familiares que sufren las consecuencias del pauperismo.
El comercio y la industria experimentan
serias y alarmantes perturbaciones, neutralizadas parcialmente con algunas
medidas de emergencia, que, si bien sirven para desahogos temporales, no son
las que las circunstancias exigen.
El agricultor trabaja y
se esfuerza casi inútilmente y el hacendado si posee muchas vacas, en cambio
la carne que consume el pueblo se vende a precio elevado.
No hay exportación y sí superproducción,
pero no se explica el fenómeno de la carestía de los artículos que son
genuinamente del país y que nada tienen que ver con la guerra europea.
Los llamados a resolver con acierto estos
problemas parecen dar la espalda al pueblo, como si estuvieran ajenos a las
necesidades de éste. Igual que si no tuvieran ninguna obligación ni
responsabilidad contraída, por más que se les coloque entre la espada y la
pared.
El mar agitado de la política los entretiene con
extraordinaria dedicación. El logro de aspiraciones que no consultan los
verdaderos intereses de la Nación se ha sobrepuesto a las constructivas
inspiraciones, a las iniciativas patrióticas y a los ideales de mejoramiento y
de progreso.
El sensualismo del
poder y el egoísmo de los logreros de posiciones, han llevado las cosas al
lamentable estado en que hoy se hallan, sin perspectivas de salir de los
traidores campos cuyas tierras cenagosas aparecen cubierta* por falsas
apariencias de firmeza que no tienen.
El país reclama soluciones patrióticas, pero se
hacen oídos sordos a los reclamos. Mientras tanto, el pueblo espera y sufre, el
comercio y la industria se desmejoran, los chacareros siguen aguantando, esforzándose
por mantener posiciones a veces insostenibles, y los "padres de la
patria" tan campantes como antes.
Es hora de reaccionar contra tantas alimañas
dañinas si no queremos que otros nos ganen el terreno, hipótesis que se
justificaría cuando 'nadie ignora de las sabandijas y sanguijuelas que tratan
de apoderarse de nuestro patrimonio patrio, si nos atenemos a manifestaciones
que son del dominio de todos.
La normalidad institucional, la verdad de
los pronunciamientos populares, la honestidad de las administraciones, el
ejercicio del respeto y la justicia, la realización de obras útiles al país, el
arbitrio de recursos necesarios sin recargos impositivos al pueblo, sólo
parecen sueños
Corresponde a los hombres todos de la Nación,
dentro de los derechos ciudadanos, emprender una cruzada redentora de la
verdad de la Democracia que tanto amamos, y exigir de aquellos que deben rendir
cuentas, las cosas claras y la cesación inmediata de cuanto constituye ir en
perjuicio de nuestro régimen, del honor, de la decencia y del porvenir general
de los hijos del país.
Sí así no se hiciera, estará de más el clamor del
pueblo recogido en las columnas de la valiente y honrosa prensa nacional.
Apelamos a la inteligencia y al patriotismo
de los hijos de la Nación, para salir de la crisis moral y económica que se
viene soportando serenamente, a menos que se prefiera a eso la tempestad de
amaneceres que sinceramente el pueblo no desea presenciar, ni ser actor de jornadas
borrascosas en que siempre lleva la peor parte quien debiera llevar la mejor.
Publicado en la Revista San Pedro dirigida por el
señor Carlos A. Podestá de Abril del año 1941
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