CACHO PASCUAL
Este es un reportaje
publicado en la revista “Sucesos en treinta días dirigida por el señor Sergio
Sabino”.
Quien que no sea muy
joven no se acuerda de Cacho Pascual, quien no lo recuerda en los trenes que
años a teníamos con su acordeón a piano y sus imitaciones de distintos
instrumento, quizá muchos se han olvidado de él, hoy cumpliría 85 años
Lo vamos a recordar con
una nota aparecida en la revista “Sucesos en Treinta Días” que editaba el señor
Sergio Sabino
“Yo, Miguel
Pascual Amer nací el 7 de octubre de 1931 soy hijo de Catalina Amer, argentina, oriunda del partido de Púan, Provincia
de Buenos Aires y de Don Miguel Pascual, de Manacor, Islas Baleares. Llegué al mundo en Villa Iris.
Buenos Aires, en plena
Pampa con sus inconmensurables médanos y donde
el Pampero con su furia embravecida golpea la cara endureciendo la piel de los hombres que con
profundo amor y sacrificio trabajan la
tierra haciendo Patria. Mabel y Dolly, hermanas mellizas,
Oscar y Melchor completan luego la familia.
Mi padre trabajó como encargado de
aguada y puestero de distintas estancias. Estábamos por entonces en
Jacinto Araoz. Alguna vez el arreglo de
molinos y perforaciones fue
también cometido de la familia Pascual.
“Cacho “Pascual pudo entonces ingresar
a una escuela de no videntes. Nueve meses pasaba en el internado y solo
tres de vacaciones con mi familia. En el 49 fui a Pigué. Allí tuve contacto con mi primer instrumento musical.
Era el comienzo de mi
aspiración máxima de entonces: no ser una carga para mis padres. Un músico de
aquella ciudad, José Amadio, el Intendente
Arturo Jaureguiberry, autoridades de
la comuna y nacionales, obreros
municipales y del molino harinero de Pigué
hicieron posible que recibiese el
instrumento. Eran tantas las ganas de aprender a tocar aquella acordeón que al
tercer día de tenerla ya sacaba más o menos bien un vals .El maestro Amadjo se encargó gratuitamente de todo mi
aprendizaje.
En 1951 vinimos a San Pedro.
Nos radicamos en el campo. Mi padre alquiló unas hectáreas. Yo con mi acordeón a
Piano trabajaba cada día más y llegué a
ahorrar algún dinero. Mi tesoro
fue aumentando en forma incalculable: todos
los días lograba un amigo más,
trataba de comprender y que me comprendieran, establecía en mi raciocinio la importancia do querer y ser querido,
los valores de las relaciones humanas, la verdad misma de la vida.
El 13 de agosto de
1966 vinimos a vivir a la
casita que compré con la ayuda de mi padre. Yo realizaba
continuamente giras, Tratando de perfeccionarme
en la imitación de instrumentes de una banda. Busco
tener siempre bajo mis pies piso de madera hueco para poder lograr los sonidos
de sótano acústico y lograr los ritmos de percusión del bombo. Los demás instrumentos
son logrados con la boca y
el acordeón sirve de complemento, claro que al
margen de mis imitaciones realizo cualquier tipo de interpretación musical con que amenizo fiestas, bailes y reuniones
sociales.
Durante algún tiempo tuve un representante con
el que organizaba mis ciclos, hoy lo hago solo. En 1971 año en
que perdí a mi padre terminé con el sistema. Ahora estoy en casa con mi familia y desde ella parto y retorno
cada día. Tengo a mi madre, mis
hermanos y cuñados y tres
hermosos sobrinos Cuando me preguntan cuántos hermanos somos yo digo
siempre ocho aunque en realidad somos cinco, porque cuento a mis
cuñados como tres hermanos más.
Ahora vivo
junto a ellos, sigo realizando Shows, peñas bailables, visito ancianos, niños, brindo actuaciones para
entidades benéficas gratis, y para todo
lo que realmente sea provecho y para bien de nuestros semejantes. Recuerdo palabras de Luis Braile, aquel que siendo ciego
inventó el sistema de escritura y
lectura para no videntes. “Que todo
lo que ha sido mal para mí,
sirva como bien para mis semejantes".
Desde chico siempre me gustaba andar en las
faldas de las personas maduras,
los ancianos, diría yo. Me emocionaba
mucho sentir sus dichos, sus bailes, una ranchera bailada por ellos, sus
zapateos y requiebros creaban en mi momentos de mucha felicidad que si fuese vidente estoy seguro no podría sentir del mismo modo.
Quiero mucho a la gente, creo en el ser humano
y en los
valores morales que lo enmarcan.
Por eso
yo le pido a usted, que dirige y
diagrama SUCESOS, que no hable de todo esto en su revista como de Cacho Pascual
artista o músico, hable de Cacho Pascual
ser humano, no se olvide que de
nada vale todos los conocimientos musicales si
no soy un buen ser humano. Yo
tengo constantemente buena predisposición. Creo que
la gente son todos mis hermanos. He descubierto que no toda la juventud
está desvencijada, habrá tal vez un
porcentaje de ella que toma a veces caminos difíciles, ¿pero al final se ha de reencontrar con su destino?.
Por eso hablé del Cacho
Pascual que le digo, no importa el músico o el Showman. que se
imaginen a un no vidente en su casa, junto a su madre en
Bonorino 270, en la modesta barriada de Villa Igóillo o en un rancho, en una tapera en medio del campo, con
cortinados de bolsas y sin puertas con un bracerito de tres patas y un fogón mateador. Que me imaginen en el medio de las arenas pampeanas
que me vieron crecer, que me
dibujen de cualquier modo, pero con formas y
color y esencia de ser humano. Cuando yo estoy en una fiesta entablo muy
a menudo corrientes de entendimiento
con la gente sin que a veces se den cuenta. Un codo sobre el corazón de un anciano o el con
tacto de nuestras manos sirve para que
en mi condición de no vidente
pueda entablar a través del tacto una
corrientes de intercambios, de comunicación, Sigo mis caminos, como dijo
el poeta, a los cuatro vientos
y logrando amigos con mi acordeón
compañera de penas y alegrías.
Las notas que de ellas salen son el afecto que
siento por mis semejantes desde mi nacimiento, Desde ese nacimiento que sabe Dios
porqué tuvo que producirse sin mis ojos. La
gente alguna vez dejará de decir, aprenderá a dejar de decir ¡qué lástima! ¡es ciego!
y ya verán como todo se puede lograr, como se puede sobrellevar. Yo lo logré poniendo por sobre la
necesidad de ganar dinero con mi
música el vuelco de amor en cada nota para
los que me escuchan. El mejor sostén es el amor,
Nuestro afecto. Nuestras obras. El bien en cada instante. La herencia de la
buena educación, las buenas costumbres y el respeto y el cariño por nuestros
semejantes que nos dejaron nuestros padres.
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