UN HECHO OLVIDADO
Del XVII Festival de Yachting de San Pedro se
pueden decir muchas cosas, la mayoría buenas. Este año la fiesta grande de la
vela no estuvo tan concurrida como otras veces, pero lo que faltaba en número
se compensaba con la calidad de las tripulaciones visitantes. Por ejemplo, la
clase Optimist, que tradicionalmente nuclea a más de un centenar de
embarcaciones, reunió la nada despreciable cifra de 86 yates, pero entre esos
86 (que supone un número mayor de participantes que, por ejemplo, un Campeonato
Argentino) hubo nada menos que 4 sobre un total de seis representantes
argentinos en el Mundial de Portugal: nuestro Lisandro Peralta, Molla,
Travelli y Tossa. Y muchos otros timoneles de primera línea, como por ejemplo
Marcatelli de San Nicolás, un joven valor llamado a ocupar importantes
posiciones en la clase, donde aún le quedan tres años de actividad. La
experiencia de desdoblar en dos fines de semana la competencia no dio óptimos resultados
éste año debido a que simultáneamente, tenía lugar en Buenos Aires la selección
para el Sudamericano de Snipe, y eso le restó a la categoría mayor valiosas presencias.
Pero la gente del Náutico ha tomado las providencias para que ello no vuelva a
ocurrir, y de cualquier manera el número reducido de concurrentes con respecto
a o-otros años no logró, ni con mucho, empañar una fiesta que goza de muy buena
reputación en el interior. Y así quedó confirmado una vez más.
En Optimist, que es la categoría más concurrida,
no triunfó esta vez, y contra lo que se esperaba, ningún sampedrino. Pero hubo
actuaciones destacadas, y teniendo en cuenta que vino la "crema" de
la clase, lo que se hizo fue más que
suficiente para confirmar el buen nivel de los chicos locales.
Eso, en lo que atañe a
la faz deportiva. Pero hay un hecho aislado, un suceso que al menos para la
prensa pasó desapercibido, que para nosotros tiene más valor que la competencia
en sí, y queremos destacar en esta nota. Lo acontecido merece relatarse, porque
nos hace mucho bien a los sampedrinos y logró que varios de los presentes nos
conmoviéramos profundamente. Transcurría la última regata de la serie, con
bastante viento, por cierto, cuando una de las tripulantes de San Fernando tuvo
un percance con su embarcación y, como consecuencia de una mala maniobra, dio vuelta su "Optimist". La falta de
experiencia y el uso de un salvavidas rígido determinó que la niña quedara
enganchada debajo de la borda, con todo el peso del casco presionando sobre su
cuello. En la emergencia, lo único que sobresalía del agua era el fondo del
Optimist y uno de los brazos de la niña, que se agitaba con desesperación.
Algunos de los que navegaban cerca advirtieron este percance, pero solamente
uno de ellos atinó a desviar su embarcación, ponerse a la par del Optimist accidentado
y hacer lo que estuvo a su alcance para evitar una tragedia, al mismo tiempo
que gritaba "Se ahoga, se ahoga" alertando a la lancha de salvataje,
que de cualquier manera ya estaba en marcha para acudir en auxilio de la
tripulante de San Fernando. Gracias al competidor que abandonó la competencia
para soliviar el casco tumbado, al mismo tiempo que con una mano tiraba hacia arriba la mano que pedía auxilio, la
accidentada tuvo el aire suficiente como para poder aguantar los tres o cuatro
minutos que demoró en llegar la lancha de auxilio, que rápidamente conjuró el
peligro merced a la decidida intervención de la gente mayor. Pero, de no ser
por el joven regatista que acudió en primer término, es probable que la niña
se hubiese efectivamente ahogado, porque estos percances ocurren muy rápidamente
y las decisiones deben tomarse de inmediato, cuando se las toma. Después,
durante la entrega de premios, se hizo una mención de este gesto de solidaridad,
de heroísmo diríamos nosotros, y por especial pedido de la delegación de San Fernando
a la que se adhirió gustosa la gente del Náutico San Pedro, se procedió a
entregarle una medalla recordatoria al joven navegante que no tuvo una actuación destacada en
la regata, pero que defendió di la mejor manera el prestigio de nuestra ciudad.
Este joven de 11 años
de edad, con cara do permanente picardía y modales sencillos, so llama
Alejandro Juan Bennazar, y es uno de los mellizos del "Viejo"
Bennazar y de Noelia Fenouil. Con toda naturalidad, salvó una vida, y después
recibió con asombro la medalla recordatoria de su gesto, como si lo hecho no hubiera tenido la menor importancia...
Hacemos hincapié en este detalle porque entendemos que San Pedro todo debiera
expresar su complacencia por contar entre los suyos a un ser humano de las
características de Alejandro Juan Bennazar. Y nos complacería sobremanera que alguna
de sus Instituciones más representativas (como ser la Municipalidad o el Centro
de Comercio) premiara el gesto de un sampedrino que, con absoluta independencia
del hecho deportivo, defendió de la mejor manera el prestigio del deporte
sampedrino. Por lo pronto, hacemos punta con la idea y con esta nota que
comenzó refiriéndose a una regata importante y termina con la mención de un
gesto mucho más importante aún, porque entraña algo tan fundamental como la
vida misma.
Fuente: Revista Sucesos
en treinta días.
Comentarios