ALEJANDRO JUAN BENNAZAR

 UN HECHO OLVIDADO

 Del XVII Festival de Yachting de San Pe­dro se pueden decir muchas cosas, la mayo­ría buenas. Este año la fiesta grande de la vela no estuvo tan concurrida como otras veces, pero lo que faltaba en número se compensaba con la calidad de las tripula­ciones visitantes. Por ejemplo, la clase Optimist, que tradicionalmente nuclea a más de un centenar de embarcaciones, reunió la nada despreciable cifra de 86 yates, pero entre esos 86 (que supone un número ma­yor de participantes que, por ejemplo, un Campeonato Argentino) hubo nada menos que 4 sobre un total de seis representantes argentinos en el Mundial de Portugal: nues­tro Lisandro Peralta, Molla, Travelli y Tossa. Y muchos otros timoneles de primera línea, como por ejemplo Marcatelli de San Nicolás, un joven valor llamado a ocupar importantes posiciones en la clase, donde aún le quedan tres años de actividad. La experiencia de desdoblar en dos fines de semana la competencia no dio óptimos resultados éste año debido a que simultánea­mente, tenía lugar en Buenos Aires la selec­ción para el Sudamericano de Snipe, y eso le restó a la categoría mayor valiosas pre­sencias. Pero la gente del Náutico ha toma­do las providencias para que ello no vuelva a ocurrir, y de cualquier manera el número reducido de concurrentes con respecto a o-otros años no logró, ni con mucho, empañar una fiesta que goza de muy buena reputa­ción en el interior. Y así quedó confirmado una vez más.

En Optimist, que es la categoría más con­currida, no triunfó esta vez, y contra lo que se esperaba, ningún sampedrino. Pero hubo actuaciones destacadas, y teniendo en cuenta que vino la "crema" de la clase, lo que se hizo fue más que suficiente para confirmar el buen nivel de los chicos locales.

 Eso, en lo que atañe a la faz deportiva. Pero hay un hecho aislado, un suceso que al menos para la prensa pasó desapercibido, que para nosotros tiene más valor que la competencia en sí, y queremos destacar en esta nota. Lo acontecido merece relatarse, porque nos hace mucho bien a los sampedrinos y logró que varios de los presentes nos conmoviéramos profundamente. Transcurría la última regata de la serie, con bastante viento, por cierto, cuando una de las tripulantes de San Fernando tuvo un percance con su embarcación y, como con­secuencia de una mala maniobra, dio vuelta su "Optimist". La falta de experiencia y el uso de un salvavidas rígido determinó que la niña quedara enganchada debajo de la borda, con todo el peso del casco presio­nando sobre su cuello. En la emergencia, lo único que sobresalía del agua era el fondo del Optimist y uno de los brazos de la niña, que se agitaba con desesperación. Algunos de los que navegaban cerca advirtieron este percance, pero solamente uno de ellos ati­nó a desviar su embarcación, ponerse a la par del Optimist accidentado y hacer lo que estuvo a su alcance para evitar una tra­gedia, al mismo tiempo que gritaba "Se ahoga, se ahoga" alertando a la lancha de salvataje, que de cualquier manera ya esta­ba en marcha para acudir en auxilio de la tripulante de San Fernando. Gracias al competidor que abandonó la competencia para soliviar el casco tumba­do, al mismo tiempo que con una mano ti­raba hacia arriba la mano que pedía auxi­lio, la accidentada tuvo el aire suficiente como para poder aguantar los tres o cuatro minutos que demoró en llegar la lancha de auxilio, que rápidamente conjuró el peligro merced a la decidida intervención de la gen­te mayor. Pero, de no ser por el joven regatista que acudió en primer término, es pro­bable que la niña se hubiese efectivamente ahogado, porque estos percances ocurren muy rápidamente y las decisiones deben tomarse de inmediato, cuando se las toma. Después, durante la entrega de premios, se hizo una mención de este gesto de solidari­dad, de heroísmo diríamos nosotros, y por especial pedido de la delegación de San Fernando a la que se adhirió gustosa la gente del Náutico San Pedro, se procedió a entregarle una medalla recordatoria al jo­ven navegante que no tuvo una actuación destacada en la regata, pero que defendió di la mejor manera el prestigio de nuestra ciudad.

Este joven de 11 años de edad, con cara do permanente picardía y modales sencillos, so llama Alejandro Juan Bennazar, y es uno de los mellizos del "Viejo" Bennazar y de Noelia Fenouil. Con toda naturalidad, salvó una vida, y después recibió con asombro la medalla recordatoria de su gesto, como si lo  hecho no hubiera tenido la menor importancia... Hacemos hincapié en este deta­lle porque entendemos que San Pedro todo debiera expresar su complacencia por con­tar entre los suyos a un ser humano de las características de Alejandro Juan Bennazar. Y nos complacería sobremanera que alguna de sus Instituciones más representativas (como ser la Municipalidad o el Centro de Comercio) premiara el gesto de un sampedrino que, con absoluta independencia del hecho deportivo, defendió de la mejor ma­nera el prestigio del deporte sampedrino. Por lo pronto, hacemos punta con la idea y con esta nota que comenzó refiriéndose a una regata importante y termina con la mención de un gesto mucho más importan­te aún, porque entraña algo tan fundamen­tal como la vida misma.

Fuente: Revista Sucesos en treinta días.



 

 

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