CLUB LA ESPERANZA



VERDE: COLOR DE ESPERANZA

Con este titulo publicó la revista “Sucesos en 30 dias”  de fecha 20 de octubre de 1978 el artículo que se transcribe en parte,

La historia de todas las instituciones de nuestro medio, nacen generalmente iguales. Ya sea en una esquina de barrio o, en torno a algún lugar similar, como en el Caso de Sportivo La Esperanza, que el 19 de Octubre de 1978 cumplió 59 años de existencia, jalonados de una intensa labor que no conoce pausas y que en algún momento abrasó con enorme entusiasmo al fufbol, pero que luego con el correr del tiempo comenzó a sentir la necesidad de crecer socialmente y se embarcó en una        empresa llena de riesgos como fue trasladarse desde su lugar de origen hasta la periferia urbana, fue mucho más que un desafío que la gente albiverde aceptó gustosa para poder demostrar a los ojos de quienes no creyeron una realidad que fue posible concretar con mucho esfuerzo, fe y amor por su Club.

Los memoriosos dicen que ésta institución anunció un de octubre de 1919 a las ocho horras merced al entusiasmo de un grupo de deportistas, del campo La Esperanza que con el fin de fundar el club se reunieron en el almacén del Sr. José Chuscuela era la zona, un lugar difícil para tratar de imponer un club, puesto que el fútbol no había ganado aún muchos adeptos. Pero por otra parte la gente del lugar tenía otras diversiones, sin embargo no se amedrentaron los jóvenes del lugar y lucharon hasta conseguir que el club fuera el lugar obligado de todos.

Su primera comisión directiva estuvo integrada de la siguiente manera: Presidente José Francisco Grimoldi,  Vice-presidénte: Jaime Armengol, Secretario: Abelardo H. Villarruel, Pro-secretario: Domingo Elizalde, Tesorero: José Grau. Pro-tesorero: Juan Serradell y vocales: Diego Bian, Ramón Yaniselli, Pedro Silvestre, Manuel Gaimetea(h), Antonio Bianchini, intendente de campo Mario Murcia, revisadores de cuentas Carlos Biain y José Cuscuela Figueras. La primera sede del club fue el almacén El Refugio que luego al reconstruirse se denominó La Rosada, desaparecido hace algunos años y las primeras reuniones bailables se efectuaron en la propiedad del Sr.  M.  Gamietea, con lo cual se fueron los últimos recuerdos del club ahora ubicado sobre la ruta pavimentada a Rio Tala.

A pesar de haber consultado a mucha gente no se sabe con seguridad el porque de la elección de los colores verde y blanco, pero lo que sí sabemos el porque del ancla que adorna su escudo y que alguna vez ostentó en su camiseta. Las colonias La Esperanza propiedad de Castro Velez Sarfield poseían en cada entrada de estancia una ancla y en virtud de que el movimiento para fundar el club nació en la gente que desempeñaba labores en dichos lugares es que se adoptó el nombre y la ya famosa ancla.

Podría afirmarse sin ningún temor que el verdadero y real despegue de esta institución comienza años más tarde cuando se afincan en el lugar ya expresado o sea en el conocido almacén. Entre las cosas distintas que tuvo La Esperanza en estos jóvenes 59 años, puede citarse un hecho que por inusual merece tenerse en cuenta: con casi los mismos miembros funcionaban dentro del club dos comisiones, una social y otra deportiva. Más en 1969 una asamblea determinó la fusión de ambas que en lo sucesivo trabajarían regidas por la CD. que a su vez trabajaba apoyada por distintas sub-comisiones. Justamente en ese año se festejaron las bodas de oro del club con una serie de actos y festejos de las mas variadas Índoles llevadas a cabo en el lugar donde dieran sus pasos iniciales con un marco de público que aún se recuerda por su imponencia.

Eran otras épocas y el club era el lugar obligado de citas y reuniones. Sin embargo estaba en la mente de muchos socios notables de la Esperanza buscar nuevos rumbos, partiendo de la base que mucha gente emigraba y que cada vez eran menos los vecinos del paraje. Por ese motivo fue que en una asamblea celebrada el 5 de mayo de 1974 con carácter de extraordinaria se decide adquirir dos terrenos a los Sres.  A.  Rebert y P. Noat, ambos constantes luchadores y permanentes miembros directivos que también eran en gran medida dos de los más férreos luchadores para conseguir el afincamiento definitivo de la institución en el radio urbano. Los terrenos comprados son los que ocupan actualmente.

Hasta aquí la historia en la zona rural.

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