CIERRE DEL DON PABLO
LA VEZ QUE SE CERRÓ EL CANAL “DON
PABLO”
Hay momentos en que
pareciera que el “quehacer sampedrino” se interesara por la suerte de su laguna
(en realidad bahía) y comenzara a desesperarse como un oso al fin del invierno.
Salen a relucir, entonces, los cientos de facetas que, directamente, inciden
sobre las “fuerzas vivas” de la comunidad sampedrina por influencia de que
exista o no, la laguna.
Desde el microclima
que en las noches de helada genera el espejo de agua sobre las plantaciones
frutícolas, hasta la posibilidad que el turismo desaparezca o, (con más agua)
recrudezca, trayendo a la comunidad ese aporte de “divisas” que nadie rastrea
para saber cómo se inserta esa corriente en las finanzas sampedrinas. Solo se
dice “hay que traer gente” o “vino mucha gente”, pero el grueso de la
ciudadanía no sabe cómo puede llegarle a cada uno el beneficio del turismo.
Nunca oí que nadie (inclusive en el Centro de Comercio e Industria), se
explayara en una charla sobre los beneficios del turismo, puntualizando el
aporte que regocija a cualquier centro turístico del mundo. Hay quien dice que
le choca ver la costa en los días festivos. Perdimos la privacidad que quedó
solo para los clubes costaneros. La convicción que el turismo hace su aporte,
no da fuerzas al accionar por mantener la laguna en condiciones. Jamás se
desató un movimiento multisectorial, en 50 % parecido a cuando los argentinos
ganamos el Campeonato Mundial, saliendo todos a la calle. Se vive de espaldas
al río.
El tema de la
desaparición de la laguna es patrimonio de ciertos círculos. En primer lugar
los navegantes deportivos, luego los pescadores y (allá lejos) los que quieren
a San Pedro con su espejo de agua. A estos quiero recordarles algo: (No me
remonto al momento de abrir el canal, quienes lo hicieron no pensaron nunca en
la fuerte “personalidad” del Paraná) cuando ya se avistaba lo que hoy ocurre,
hubo quien se preocupó y movió “cielo y tierra” para salvar esta verdadera
catástrofe. Nuestro pueblo, el más desmemoriado del mundo, se ha olvidado de lo
que yo paso a relatar para refrescar las memorias (de los pocos que se
interesaron en el problema sin actuar personalmente) y ayudar a resolver el
problema y no entregarse a la derrota sin luchar.
El año fue por el
principio de la década de los 80 y fines de la del 70. Era intendente de San Pedro
el señor Eduardo Donatti (“Chito” para los amigos) quien tenía una modalidad
muy especial: desconocía las RRPP, que le atraerían el apoyo de sus
conciudadanos. Fue así que realizó obras ciclópeas de esas que no se ven pero
que se disfrutan y que no voy a enumerar, pero me gustaría que los que vivieron
ese tiempo, entre esas obras está el
cierre del Canal Don Pablo que hoy me ocupa. Donatti se movía calladamente pero
sin pausa, me llamó por lo que significaban los adherentes a ASARE que estaban
en todos los campos del quehacer nacional. Así pudimos apoyarlo con Raúl Groppo
(Jefe de Despacho del Ministerio de Obras y Servicios Públicos) y hasta por
relaciones del secretario de Hidráulica de la Provincia de Bs. As., Ing.
Minutto Luga, quien viajó varias veces a San Pedro con el señor Carlos Molina y
Vedia, primo hermano de mi cuñado, Facundo Quiroga, que vive allí y hoy busca
retomar el tema.
Luego de largos
estudios se optó por un muro de contención hecho con bolsas de arena y piedras,
que llegó a cerrar la boca que da a la laguna y llegó el día en que se lanzaron
una fila de boyarines y… siguieron de largo por el Paraná sin detenerse en el
Canal! El triunfo fue evidente! Ahora quedaba toda la sedimentación que en
tantos años el río había depositado en el lecho de la laguna. Comenzó otra
lucha: Donatti cursó todas las notas necesarias a la Dirección de Navegación y
Puertos, a hidráulica de la Provincia de Buenos Aires y de nuevo comenzamos la
lucha con el marino Enrique Garret y otro sampedrino, Francisco Basaldúa,
(entonces coronel en actividad) y el siempre dispuesto Raúl Groppo, bien
colocado en el Ministerio de Obras Públicas de donde dependía Navegación y
Puertos. Fue así que el intendente Donatti llamó a una reunión a los clubes de
la costa y a las fuerzas vivas del pueblo, a una reunión a la que concurriría
el mismo director de Puertos y Vías Navegables.
La reunión se hizo en
el Club Náutico, éramos apenas unos pocos, pero la enorme draga que iba de paso
a San Nicolás para ser “repasada”, llegó a San Pedro de “contrabando”. Solo se
necesitaba una mano de obra para mover los caños (enormes) y combustible.
La Dirección de
Puertos no podía ofrecerlos porque la laguna no era una VIA NAVEGABLE. Comenzó
a trabajar como pudo, comenzó a echar el barro
dentro del círculo del paredón para reforzarlo y luego… sin combustible
y sin la mano de obra, levantó sus caños y continuó hacia su destino. ¿Dónde
estaban las fuerzas vivas? ¿No hubo suficiente información, dada la modalidad
de Donatti de no propalar sus obras? No lo sé. Espero que Donatti salga a la
palestra para refrescarnos la memoria.
¿Luego qué pasó?
LLEGÓ LA GRAN CRECIENTE JAMAS REGISTRADA. Duró el agua arriba más de dos años,
murieron todas las forestaciones de las islas y los bañados (todas las tierras
bajas), miles y miles de hectáreas. Y el Paraná pasó por arriba del malecón que
cerraba el Canal Don Pablo y formaba una hermosa isla de arena, abrió una
brecha y comenzó el agua a depositar arena y barro pero el mal
estaba hecho, por dos años todo fue agua que corría enfurecida hacia el Río de
la Plata. ¿Qué pasa hoy? ¿Están los restos del malecón? Y si están, no es más
fácil repararlo, frenar el río y luego pensar en las dragas, tablestacados
etc.? Las bases fueron sólidas y deben quedar los restos para edificar sobre
ellos. A los señores que me han consultado sobre el problema (la idea de salvar
la laguna prende más en Buenos Aires que en San Pedro), les he dicho que
recurran al señor Eduardo Donatti, el
hombre que una vez cerró el Canal Don Pablo. Él tiene un caudal de
experiencias que San Pedro debe aprovechar. Perdón Chito por sacarte (o tratar
de hacerlo) de tu merecido retiro, pero sé que en ti bulle aún el fuego sagrado
de ser útil a la comunidad. Yo colaboraré contigo.
Mario Arturo Keudell
Fuente:El Imparcial
1991.
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