EPIDEMIAS EN SAN PEDRO EN EL SIGLO 19
DOCUMENTOS
INÉDITOS DE EPIDEMIAS EN EL SIGLO XIX
Son difundidos por el Grupo Conservacionista de Fósiles y
contienen datos, estadísticas, nombres y detalles específicos de las epidemias
de cólera de 1886 y 1895.
El equipo del Museo Paleontológico de San
Pedro acaba de recuperar, digitalizar y analizar más de 140 documentos originales, con datos inéditos de las epidemias de
cólera que afectaron nuestra región durante 1886 y 1895.
Esta masa documental que ahora se suma al Archivo de Documentación Histórica del
museo, puede ser conocida gracias al accionar de un vecino anónimo que la recuperó,
varios años atrás, de una “limpieza” en
el edificio municipal donde se desechó numerosa documentación.
Salvando diferencias
tecnológicas, en los documentos se observan numerosas similitudes con el
desarrollo y tratamiento de la actual pandemia de Covid 19.
Hubo cuarentenas
rigurosas, revacunación (doble dosis de ahora), lazaretos (lugares para
confinar enfermos), casas de aislamiento (para los contactos estrechos) y
comisiones municipales de sanidad. La desinfección de hogares, incremento de
higiene personal y blanqueo de casas y cercos, para lo cual se distribuía cal
entre los vecinos, eran medidas obligatorias.
El primer caso registrado
de una de aquellas epidemias que asoló San Pedro, pueblo que en esa época
rondaba los 4.000 habitantes, está
fechado el 6 de diciembre de 1886,
con la muerte de una mujer en la casa de tolerancia del Sr. Benito Santos. En
esa casa, ubicada en la intersección de las calles Comercio (Pellegrini) y
Ramallo (H. Pueyrredón), murió la joven Catalina Rodríguez; rosarina, de 28
años y de profesión prostituta.
A partir de allí, las
crónicas sólo muestran dolor, pérdidas y temor...
Durante algunos meses,
comisiones sanitarias conformadas por respetados vecinos, junto a inspectores
municipales y médicos de la ciudad, recorrieron el pueblo casa por casa
relevando datos del estado de limpieza y mantenimiento de las letrinas. La ciudad
fue dividida por secciones y esta ardua tarea quedó registrada en numerosas
planillas donde se detallan nombre del propietario, nacionalidad, edad, estado
civil y estado sanitario de la vivienda; así como observaciones generales.
En los registros se
observan casos muy duros, como el del herrero Pedro Elgoyen; francés, de 40
años, que murió en la fonda del Sr. Elizalde, sin poder llegar al “lazareto”
instalado en la quinta de Don Carlos Villar, que era el centro de atención de
enfermos complicados.
Situaciones penosas, como
la de un encargado que solicita agujas e hilo para coser las carpas donde se
alojaban enfermos complicados y que habían sido rotas por un temporal.
Uno de los documentos
señala el lamentable estado del Colegio de Niñas y del Cuartel de Policía. En
el primero, las alumnas llevaban desde sus hogares el agua que iban a beber en
clases debido al pésimo estado del aljibe. Tan malo el estado de las aguas del
colegio que no se extraían para ningún uso.
De la sede policial, que
en esos años funcionaba en el edificio en ruinas del Convento franciscano
(antes de ser demolido) se lee que “amenaza
la vida de los que se ven obligados a alojarse allí, tanto por sus malas
condiciones higiénicas, como por que el día menos pensado puede derrumbarse una
pared sobre ellos”.
Una circular del Concejo
de Higiene Pública de la Provincia, fechada el 8 de noviembre de 1886 y
distribuida a los municipios, señala numerosas medidas para afrontar la
epidemia.
Las medidas de higiene
personal y de vivienda aparecen junto a la fórmula de un licor “anticolérico”,
unturas y desinfectantes.
El licor tenía alcohol de 36 grados, agua, cloroformo, láudano de
Sydenham, extracto de ratania y esencia de menta inglesa. A los niños de 6 a 12
años se les indicaba media cucharada.
Una untura se hacía con amoníaco, cloroformo, tintura de opio, esencia
de trementina y alcohol alcanforado. Se aplicaba con un paño en la zona del
vientre.
El desinfectante recomendado para lavar cara y manos de los enfermos
tenía bicloruro de mercurio, clorhidrato de amoníaco, alcanfor y agua de
colonia. Otra preparación para sanear casas, tambos y caballerizas era una
mezcla de sal común, bióxido de manganeso, agua y ácido sulfúrico.
De
acuerdo a los documentos recuperados, el día 15 de marzo de 1887 fue cuando se
registró el último caso de cólera en nuestro partido.
Pero los documentos son
objetivos y muestran la cruda realidad dado que, en 1895, San Pedro volvió a
soportar una nueva ola de esa cruel enfermedad.
Notas y telegramas desde
Sanidad de Provincia, indicaciones, desempeño de los inspectores locales,
relevamiento de hogares y órdenes para desinfectar a aquellos trabajadores y su
equipaje que llegaran a la ciudad vía tren; así como también en las fondas y
bodegones donde se hospedaran.
De acuerdo a los datos
observados en dos de las planillas, el promedio
de edad de los fallecidos por la enfermedad en la ola de 1895, fue de 42 años.
Partes médicos con el
estado sanitario de numerosos pobladores, una reseña de los gastos durante la
epidemia y pedidos para reubicar a criaturas con padres muertos por la
enfermedad completan la información recuperada.
Para finalizar este
informe y como para no dejar dudas sobre el rol de la higiene en la salud, citamos
parte de un documento dirigido al Intendente Moisés Novillo, que señala las
malas condiciones de limpieza en ciertos barrios de la ciudad: “…en días de lluvia las aguas que disuelven
las materias fecales esparcidas que no son pocas debido a la aglomeración de
sus habitantes, son las que se filtran e inundan el interior de las piezas;
estas demuestran a simple vista no haber sido refaccionadas, ni pintadas y en
algunas faltan hasta las puertas y otras en estado tan lamentable que no se
pueden llamar tales.”
El Grupo Conservacionista agradece la colaboración del Sr. Roberto Young en esta investigación y pone a disposición de los interesados, las copias digitalizadas de estos 140 documentos inéditos, contactándose por WSP al 3329 537187.-
Comentarios
Felicitaciones por una gran descripción de época, avalada por documentos.
Marcelo F.