Ferrocarriles Económicos Eduardo Depietri






La historia de Eduardo Depietri, atractiva y sugestiva por enorme visión futurista guarda como relato su parte final. Distintas son la épocas que se vivieron en la Argentina, y por consiguiente distintos fueron los factores que se tuvieron que sortear para progresar.


El ocaso de Depietri no es en los últimos años de su vida sino en pleno apogeo del crecimiento de su imperio.


La caída de Irigoyen: El golpe de estado del 6 de septiembre de 1930, marcará el inicio de otra etapa en la vida política Argentina y por consiguiente en los sectores económicos financieros.


Quienes eran abogados de las Empresas Británicas de Ferrocarriles ocuparon puestos importantes en el ámbito nacional, lo que pasó a sumarse como uno de los factores desencadenantes para consumar la victoria parcial de las corporaciones del Reino Unido contra Depietri, aquel que estaba socavando cada vez mas la estructura inglesa con su proyecto de vías transversales.


El restante hecho, casi fundamental fue el pacto Roca-Runciman con el cual se efectuó aún más la dependencia de los medios de transporte hacia los intereses de los ingleses.-


Una ley de expropiación de las empresas del auto transporte público de pasajeros de la Capital federal, surgió a escena para transferir sus unidades a las privilegiadas manos extranjeras.


Los ataques a Dipietri: En base a esa ley, el Ferrocarril Central Argentino se negó a autorizar el cruce de las vías por parte de los rieles de Depietri en Arrecifes.


También lo hizo el ferrocarril del Sur, cuando los terraplenes de los ferrocarriles económicos, alcanzaron la estación la dulce, cercana a Necochea.


El letargo se impuso ante estas actitudes tomando en cuenta que la Dirección Provincial de ferrocarriles ya no apoyaba al Uruguayo. Entonces lo único que le quedaba era continuar con el ramal entre San Pedro y Arrecifes, sabiendo que su elevador terminal en el puerto local no decaía al contar con grandes clientes como ser: Bunge y Born, La Plata Cereal y Dreyfuss.


Momentos difíciles: Lo único que le quedaba a Depietri era lo que muchos sampedrinos veían en los años veinte y principios del treinta, es decir ese ramal de casi sesenta kilómetros, sin embargo el mismo, poco a poco, comenzaba a esfumarse, de la misma manera que paulatinamente lo fueron haciendo sus enormes proyectos.


Hacia fines de la década del 30, se inauguraba la ruta 191, paralelo al ferrocarril Depietri, como método alternativo en el transporte ante los alicaídos ferrocarriles ingleses. Por otra parte la guerra paralizaba las actividades y el elevador dejaba de funcionar, para reanudar sus actividades recién a mediados de 1947, el gobierno nacionaliza todos los ferrocarriles extranjeros y Depietri pasa a ser la única línea privada funcionando en nuestro país.


Era casi como una victoria de este pequeño ramal contra el período de los Británicos, pero no todo era favor. En 1948, el gobierno deja de lado la iniciativa privada y determina estatizar la venta de granos y elevadores procede a expropiar la planta de silos de Depietri en San Pedro, sin indemnización alguna.


El abandono:A partir de entonces, las instalaciones pasa a un estado de abandono, principalmente la línea ferroviaria, ya que esta comisión administraba los depósitos de cereales en la zona portuaria. Depietri logra recuperar en 1956, la propiedad de esos galpones y de esos terrenos, sumados a esto la ruta 191 a través de vialidad, corta sus vías con su calzada a unos 10 km. de Arrecifes.


Ocaso y muerte: Nacido en Montevideo, Uruguay, en 1893, Eduardo Depietri muere en 1970 en un estado económico totalmente opuesto al que fue su encumbramiento.


Entre la pobreza y el olvido de todo lo que impuso, nunca llegó a ser considerado por su obra como realmente mereció. Recién en 1975, la justicia dispuso que el estado debía pagar la indemnización por los bienes que habían expropiado. “Si las grandes obras la sueñan los santos locos y las ejecutan los luchadores natos, bienvenidos aquellos desatinos que soñó alguna vez Eduardo Depietri”.


El primer barco que atracó en el nuevo puerto se llamaba Themonis era de bandera griega y fue un 25 de mayo de 1933.

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