EL REMATE DEL PUERTO OLIVEIRA CEZAR



 La noticia del cierre del Puerto Oliveira Cézar causó un gran impacto emocional en toda la población. Se frustró en esta región la fuente de traba­jo de más de doscientas familias, la de los changarines, chateros o carreros, vendedores y negocios. Muchos vecinos se trasladaron a pueblos cercanos, otros a donde había puertos. Los que se quedaron se dedicaron a la pesca, trabajos en las estancias, como cosecheros en los campos o trabajando en las islas.
La sociedad de Cogan y el Comendattore Incisa Di Camerana compró trece hectáreas loteadas con los galpones y vías hasta las canaletas. Resolvie­ron vender el Puerto Oliveira Cézar entregando una orden de venta a Mario A. Keudell (f)- Este señor tenía un comprador de apellido Moreno, que aparentemente representaba a capitales del Gobierno de Bolivia. Acordado el monto de la operación, se hizo un asado en la casa de la familia Cogan. 

Al día siguiente viajaron a Buenos Aires a una escribanía ubicada en la Av. Córdoba 666, para que preparara la papelería para formalizar la venta. Quedó convenido que al otro día se firmaría el boleto de compra-venta. Esa noche en horas de la madrugada sonó el teléfono en la casa de Keudell; el que llamaba era un Brigadier de apellido Viera, cuya hija abogada había formado pareja con con Moreno y la mala noticia era que éste había fallecido esa noche. Ante tan infausta nueva, Keudell se comunicó con Incisa para juntos con el Brigadier Viera ir a la mañana a comunicar al Escribano lo sucedido, quien no podía creerlo, ya que tenía todo preparado para su fir­ma. Es así como se frustró esta venta.
Con el propósito de defender su fuente de trabajo, un grupo de vecinos viajó a la ciudad de La Plata para entrevistarse con el Gobernador, Mayor Carlos Vicente Aloe, a quien se le pidió la posibilidad de que el puerto si­guiera funcionando. El gobernador les manifestó que éste era privado y sus dueños eran una Sociedad Anónima, cuyos directores, al ser entrevistados les comunicaron que habían decidido desguazar y vender las instalaciones del puerto.

Los durmientes que sostenían el muelle fueron comprados por Juan    Eisenmann y Juan Estrada, que con la venta de los tornillos que sujetaban los durmientes pagaron toda la compra. Narración de Mario Keudell (f).
Todo lo que formaba el Puerto fue subastado en un remate público el domingo 23 de noviembre de 1952, por la firma Jorge Olivero y Cía. Fue muy importante para la época considerando la enorme variedad y cantidad de las ofertas.
La firma Lorenzo Lombardi con domicilio en Amstrong, provincia de Santa Fe, fue uno de los compradores importantes del remate.



Fuente: Vuelta de Obligado de Claudio Rodriguez.



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