LA BUENA MOZA


Desde las hermosas barrancas que se reflejan en el histórico Río Paraná, partimos hacia el noroeste, por ruta 191 hasta la primera curva, donde giramos para empalmar, a pocos metros, con el camino General Arrecifes; a cinco Km. de aquí nos encontramos con el paraje La Buena Moza", el cual dista 1800 m. de la ruta nacional Nº 9.

Como una ilusión óptica aparece la galera de los recuerdos, quizás con nuestras palpitaciones comienza a vibrar y como bocanadas de fuego, surgen tantos que conmovidas y emocionadas, comenzamos a tomarlos y revivirlos ¡como pasajes de nuestras vidas, porque nacimos y crecimos en el seno de la misma; también los relatos de nuestros padres, abuelos, tíos, amigos y demás, sobre la historia de este paraje.

Esto hace que vuele nuestra imaginación, y retrotrayéndonos en el tiempo, veamos grandes campos dedicados a la agricultura y ganadería (por nombrar a algunos: Suero, Basavilvaso, Austin, Kehoe, etc.), surcados por caminos marcados por las huellas que dejaban las chatas con las que acarreaban sus cosechas, a Las Canaletas", para ser embarcadas.

Un almacén que servía casi de posta obligada de los carreros, que debían dar de beber a los caballos, y por que no ellos ¡un trago, un bocado!. Cerca se fueron instalando; una panadería (San Esteban), luego una herrería (Caso), una carnicería (Francisco Torrillo, Calbiz) cuyo repartidor era Antonio Abeledo, que siguió durante muchos años (toda una vida) recorriendo los distintos callejones, desde la madrugada, para llegar con su carreta cargada de carne a la población rural. Estos callejones tenían huellones que la carreta parecía volcarse y en una oportunidad un gancho le agarró una oreja debiendo ser asistido para su curación. También una peluquería con tienda anexada de Don Alejandro Ariettí, escapado de la guerra de Italia, músico que alegraba con sus dichos italianados, las pequeñas reuniones de los parroquianos, contándolo más tarde en la Banda Municipal de la ciudad de San Pedro.





En este almacén de la Familia Queral para deleite de aquellos esforzados campesinos, se destacaba una moza muy linda, Dolores del Castillo de Queral, entonces comienzan a citarse en sus largos viajes, ¡te espero en lo de La Buena Moza , origen del nombre que aún perdura.
Este primitivo almacén pasó luego a ser de Cabral y en 1925 lo vendió a Domingo Torrillo transformándolo en un gran comercio, que tenía de todo lo que pudiera interesar a sus clientes.
En 1928 Don Domingo Torrillo llevo como socio a su cuñado Don Cayetano Garavaglia y este construyó su vivienda frente al mismo almacén en terreno que era propiedad de Torrillo, que había sido adquirido a la abuela de Vilma, Doña Julia Kehoe de Mc Inerny.
En 1936 Trrillo edificó su nuevo y amplio comercio delante de la casa de la familia Garavaglia creando de ese modo, una competencia con Don Manuel Queral dueño del primitivo lugar que abrió nuevamente su almacén. Esta competencia se extendió a otros rubros como herrería, peluquería etc., que se fueron anexando a los primeros negocios.

En 1933 fallece Cayetano y su esposa e hijos continuaron en la firma hasta que en 1950 Torrillo vende su parte de comercio y la propiedad a la firma Garavaglia Hnos. y Cía., que siguieron con un floreciente comercio destinado a satisfacer las necesidades de los vecinos del paraje y la población rural, pues encontraban en ellos el único lugar de esparcimiento y regocijo en los días festivos. La enseñanza escolar de la gran mayoría era de padres a hijos. Algunos progenitores pagaban a un maestro o alguien que oficiara de tal para que los supliera en esta difícil misión; el lugar era el almacén. Algunos de nuestros antepasados probaron lo que es estar arrodillados sobre granos de maíz (por supuesto que no sería por portarse bien).

En 1918, se crea la Escuela Nº 24, que funcionó en un edificio alquilado a la familia Queral, cuya primera directora fue la Srta. Basilia Olaso, luego San Cristóbal, que se instaló en la misma continuando la Sra. María Isabel Corbalán de Bertani, también viviendo en el mismo edificio quien trabajo 17 años. En ese lapso de tiempo cursamos hasta cuarto grado, nivel máximo de educación en las escuelas rurales.

Se llegaba en sulky, a caballo o a pie., Ilse lo hacia a caballo y como no tenía estribos y era menuda, lo arrimaba al alambrado para montarlo, sí se movía ¡monta al suelo!. Vilma lo hacia a pie por vivir más cerca. Los docentes que viajaban llegaban como podían, como por ejemplo con la carreta del carnicero.

Gracias a la tenacidad de nuestros padres, tuvimos la suerte y el orgullo de ser las primeras alumnas que seguimos estudiando y volvimos como maestras a la misma escuela.
Por ser la mayor, Ilse fue la primera en trasladarse a la ciudad para seguir estudiando allá por 1940 (Vilma lo hizo al año siguiente) hasta recibirse en 1946. El 10 de Mayo de 1948 retornó como docente, junto a quien había sido su directora de tercer y cuarto grado, la Sra. Maria Isabel Corbalán, pero ya en el nuevo edificio ubicado en el terreno donado por el Sr. Domingo Torrllo cerca de donde tenía su nuevo almacén.

Ilse ejerció treinta años consecutivos: de maestra suplente, titular y en 1954 como directora. Vilma se incorporó después de deambular por otras escuelas.

Cuando llega como titular, nos parecía que todo era nuestro, cambiábamos los roles, comparábamos el antes y el después. Los vecinos de siempre, compañeros, sus hijos, alumnos ¡era una simbiosis general! ¡Que lindo!.

En el largo camino siempre descubríamos o incorporábamos algo nuevo, por contar alguna anécdota, cierto día revisando el libro de Cooperadora descubrimos que entre los fundadores de la misma estaba nuestro abuelo, Fermín Tettamanti como presidente y Juan Bancalari (abuelo de Ilse) como secretario; fundada el 12 de Julio de 1925.

Allá por 1965, INTA se instala en San Pedro. Comienza un trabajo de extensión mancomunada con la Escuela, para lograr de esta comunidad una unidad de criterios y tareas tendientes a un futuro mejor. Por ese entonces, Ilse fue enviada como representante de San Pedro a un encuentro de líderes rurales a realizarse en Córdoba, donde se intercambiaron valiosas experiencias para incorporar a nuestra sociedad en crecimiento.

Al llegar INTA a esta zona sus ingenieros, entre ellos el Ingeniero Antonio Berardi, comenzaron a recorrer las quintas y una de las primeras donde llegaron fue la de Sebastián Artigues, quien les brindo apoyo y colaboración para que realizaran en su monte frutícola distintos ensayos. También se les ofrecía la casa para realizar reuniones con los fruticultores que iban adquiriendo nuevas experiencias para mantener sanidad vegetal en sus plantaciones. Eran reuniones amenas y muy familiares donde se compartían tortas y bebidas, brindadas por Vilma, ama de casa.

En 1968 se celebraron las Bodas de Oro de la Escuela Nº 24. Imposible expresar con palabras lo que fue aquella algarabía, manos y abrazos que iban y venían, reencuentros emotivos, maestras de nuestros grados primarios, ex alumnos, vecinos, amigos y otros que afectivamente se sintieron atraídos. Nos tapaban con flores, tortas y regalos. Se entregaron medallas, distintivos, una bandera de ceremonia, se descubrió una placa y se exhibieron fotos de todas las épocas que guardamos como reliquias (tuvimos que sacar un alambrado para dar cabida a tanta gente).
El entusiasmo sigue y luego le festejan a Ilse los 25 años de servicio en el magisterio dentro de la Escuela Nº 24. Sorpresa y lágrimas de por medio, dejaron en ella una marca indeleble (Vilma tuvo mucho que ver en esto).

Debemos aclarar que paralelo a lo expuesto, funcionaba el "Club 12 de Octubre", fundado el 12 de Octubre de 1922. Entre los fundadores figuraban nuestros padres, Martín Tettamanti y Juan Me Inerny. El Club se encontraba en un terreno cedido por el Sr. Domingo Torrillo, a pasos de la Escuela. Contaba con cancha y equipo de fútbol. Desde ese momento tienen un lugar adecuado para bailar y divertirse, pues hasta entonces lo hacían en una especie de carpa, sin baños; se imaginan!, o en algún galpón prestado, como el famoso "Galpón Colorado".

La Escuela comparte las instalaciones del mismo en las tradicionales fiestas de fin de curso, eventos especiales, los aniversarios del Club, organizando campeonatos de fútbol y de cartas, juegos para todas las edades y sexos, terminando con la famosa tertulia. No había discriminación, todos intervenían de una u otra forma, terminaba siendo ¡una gran fiesta familiar!.

¡Como sentimos, que mezcla de sensaciones, cuando las fiestas fueron para despedimos de este gran hogar, que nos albergó tanto tiempo como alumnas y docentes!.
Extrañábamos no ir todos los días a clase; pero gracias a nuestra compañera Marta Curia, que siguió nuestra trayectoria, y sus sucesoras, seguimos compartiendo todos los momentos lindos e importantes que la Escuela Nº 24 y su entorno realizan, disfrutando de los mismos como otrora.
Con el correr del tiempo, fue cambiando la vida rural y la fisonomía de este lugar, pero nosotras seguimos vinculadas por habernos casado con integrantes de esa comunidad, cuyos intereses aun dependen de esas tierras.

Mientras haya descendientes nunca se apagara el tradicional fogón de La Buena

Moza ".
Colaboración:
Ilse Delelis Tettamanti Bancalari
Vilma Nelly Mc Inerny Tettamanti



Comentarios

Unknown ha dicho que…
Trabajo con ilse ..hermosa persona

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