TIEMPOS DE EPIDEMIA
Al finalizar el verano de
aquel año 1895 los pobladores de San Pedro, temerosos y conmovidos, eran
testigos una vez más de las temibles consecuencias de otra de las epidemias de
cólera que los azotaron sin piedad y sin distinción de edades ni clases
sociales.
Los médicos de la época
trataban de defender la salud de los vecinos, como lo habían hecho en
anteriores circunstancias similares, con los escasos y precarios medios a su
alcance. No existía el hospital y La Comisión Sanitaria
había dispuesto en esos tiempos una improvisada casa de aislamiento en las
afueras, en la popiedad de Camaño, antes de Salas. Pero muchos enfermos
permanecían en sus hogares, ante el abatimiento de sus familiares, ya que todos
sabían que esta gravísima enfermedad tenía por lo general un rápido desenlace
mortal.
En su edición del domingo 17
de febrero de 1895, el periódico El Independiente manifestaba la preocupación
reinante por los casos registrados y tanto el Dr. Ruffa como el médico de
policía aconsejaban que se adoptaran todas las medidas higiénicas requeridas.
Entre otras, hervir el agua, extremar la higiene en la preparación de los alimentos,
evitar las aglomeraciones, desinfectar las casas donde se produjera un caso de
cólera, y hasta fumigar a las personas que hubieran estado en contacto con
enfermos.
También el periódico
resaltaba la actuación de los médicos: “Durante los casos de cólera que se han producido,
los doctores Ruffa y Castro se han multiplicado para atender a los enfermos y a
su clientela y aconsejar las medidas precauciónales para evitar mayor
desarrollo del mal. Se han hecho acreedores a un aplauso, que sinceramente les
tributamos.”
Pero la abnegación
demostrada por estos médicos tuvo un trágico final, ya que el doctor Emilio
Ruffa se contagió y sintió los primeros síntomas de esa enfermedad a las dos de
la mañana del 8 de marzo, falleciendo en su casa a las veinte horas del mismo
día, a los 57 años de edad, ante la impotencia y el dolor de los colegas que
intentaron salvar su vida.
Todo una población
consternada lamentó su muerte y tomó conciencia de la exhortación contenida en
el comentario del periódico: “Cada vecino, cada habitante, debe considerarse un
agente, un guardián contra el enemigo común que nos ha invadido, implacable y
exterminador de vidas preciosas.”
Han pasado 118 años y aún
perduran en la memoria sampedrina el nombre y el ejemplo de este italiano
nacido en Piamonte el 1° de febrero de 1838 que completó la carrera de medicina
en su patria, en la universidad de Turín, para luego radicarse en la Argentina. Desde
1870 vivió en San Pedro, donde ejerció su profesión, formó su familia y se
insertó profundamente en su vida social, impulsando su progreso hasta el final
de su vida.
Colaboración: Julia McInerny
Fuentes: Periódico El Independiente. Archivo. Números 147, 148, 149, 150.
Ruffa Pérez Rueda de Arias, Ada Silvia, bisnieta del Dr. Ruffa. Datos en poder de su familia.
Fuentes: Periódico El Independiente. Archivo. Números 147, 148, 149, 150.
Ruffa Pérez Rueda de Arias, Ada Silvia, bisnieta del Dr. Ruffa. Datos en poder de su familia.
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