LOS TELÉFONOS EN ESTA CIUDAD




Al iniciar esta nota, nuestro propósito es, des­tacar la función valiosa que cumple el teléfo­no, la labor útil que desarrollan y prestan los telefonistas y demás personas encargadas de velar por la eficiencia del servicio, desde el modesto o humilde puesto de trabajo que ocu­pan. Satisfacen las necesidades o exigencias de los usuarios, cumpliendo una labor anónima, digna y eficaz por el beneficio qua prestan, lo que las hace acreedoras de consideración y re­conocimiento que en verdad merecen.

San Pedro, localidad que tiene más de cua­renta mil habitantes, posee teléfonos desde ha­ce muchos años. Más de veinte años de servi­cios lleva prestando la Compañía Unión Tele­fónica. Con anterioridad, era otra empresa la prestadora de este servicio útil. De ella adqui­rió la empresa actual las acciones y derechos para seguir llenando la misión y función que desempeña el teléfono como servicio público en esta ciudad.
No vamos a referirnos a si conviene más el actual sistema de teléfonos, o el sistema de te­léfonos automáticos. Por el primero, siempre hay en funciones mayor cantidad de personal. Por el segundo, la cantidad de empleados dis­minuye.

En la oficina local hay doce empleados. El jefe de la misma, señor José Spinuzza; ocho operadores, a saber: M Z. M. de Spinuzza, ope­radora jefe; María J. C. de Caravaglia, operadora, Celia López, operadora; María Y. Zanotti, operadora; Elba J. Martínez, operado­ra; Nieves L, de Mozzi, operadora; José Fer­nández, jefe nocturno; Héctor A. Bercellini, operador nocturno; Jesús Barcala, operador; Santiago C. Riesco y Pedro Oliva, guarda-hilos.
En esta localidad, hay más de 300 abonados al servicio telefónico. Esta cifra, comparada con la cantidad de habitantes que tiene el Par­tido y de comercios establecidos, resulta con asomos que da margen a diversas apreciacio­nes. No entraremos en ellas.

En 1941, según datos suministrados, han au­mentado los abonados, circunstancia que habla diciendo que la crisis no ha surtido efectos contrarios en San Pedro.
El invento de Graham Bell, conocido en 1876, más tarde perfeccionado por Hughes, Bert D` Arsenval y otros, ha ido multiplicándose día a día, al punto de ser el teléfono una nece­sidad, o un auxiliar irreemplazable en nuestros días.
Es de admitir que no todos los comercios, profesionales y familias están en condiciones de instalar teléfonos, aun cuando a veces in­fluye una molestia o una economía mal enten­dida, que priva de contar en casa con dicho servicio. A ello se debería que en esta localidad no haya más de 300 abonados.
Fuente: Revista San Pedro octubre del año 1941

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