CARMEN LIGERA
San Pedro:
Por la gran bajante del Paraná descubren un buque que naufragó en 1921
Los restos de la embarcación
fueron encontrados por Domingo Novaro es un ferviente amante de la pesca
deportiva y en una de sus salidas al río, algo lo sorprendió. La gran bajante
que atraviesa por estos días el Paraná, permitía ver los restos semi sumergidos
de un viejo navío de madera, en un pequeño arroyo subsidiario del gran río.
Novaro subió sus fotos a la red
social Facebook por si alguno de sus contactos sabía de qué barco se podía
tratar. La consulta no tardó en hacer efecto y desde el Museo Paleontológico de
San Pedro, José Luis Aguilar, se comunicó con él para tratar de aportar
detalles a aquel enigma náutico. Con los datos brindados por el pescador, desde
el Museo de San Pedro se pusieron a analizar antiguos naufragios ocurridos en
la zona. La tarea recayó en el historiador del grupo, Fernando Chiodini, gran
conocedor del río y su pasado. En poco tiempo las dudas comenzaron a
convertirse en datos y todo comenzó a rondar alrededor de un único naufragio
ocurrido en la zona el 21 de agosto de 1921: la lancha comercial “Carmen
Ligera”.
Un naufragio de un siglo
“Carmen Ligera” era un lanchón con
motor a nafta que transportaba mercaderías generales de forma regular, entre el
puerto de Buenos Aires y el de Corrientes. En la noche del 21 de agosto de
1921, navegando el paraje conocido como “cancha del dorado”, el buque se
incendió. Cuando su capitán vio que el incendio se generalizaba dirigió el
buque directamente a la costa, intentando que no desapareciera en la
profundidad del río. En poco tiempo, las llamas perjudicaron el casco de la
barcaza y la nave, su hundió.
Los siete tripulantes de la “Carmen
Ligera”, que al momento de hundirse navegaba cargada con mercaderías valuadas
en sesenta mil pesos oro de la época, lograron escapar en un pequeño bote salvavidas
para ser rescatados, luego, por otro buque que pasaba por el lugar. Los
miembros de la tripulación fueron trasladados a la dependencia de la Prefectura
de San Pedro, donde se tomaron las declaraciones pertinentes y se registró el
naufragio en el Libro de Guardia correspondiente. A partir de ese momento, el
naufragio quedó sumergido en las nieblas del olvido…
El rápido accionar del Prefecto
Alejandro Hereñú, Jefe de la Prefectura de San Pedro, permitió localizar,
digitalizar y extraer datos complementarios del parte de guardia donde se da
cuenta del incendio y hundimiento del lanchón en 1921.Allí está documentado el
suceso, la intervención de la fuerza en el hecho y el horario del naufragio: a
las 22 horas.
Los cambios del río
Cuando el buque navegó esos parajes,
el lugar era muy diferente. Hace 100 años, una pequeña isla dividía al curso
del río y los buques pasaban de uno u otro lado de aquel islote. En aquel
momento, “Carmen Ligera” navegaba sobre el lado de la isla que daba a la costa
entrerriana.
Y allí se hundió, Sin embargo, esa isla se fue
modificando y ampliando con el pasar de las décadas hasta unirse al continente
y aquel brazo de río por donde navegara la barcaza se transformó en un pequeño
arroyo. Con los años, el arroyo se siguió cerrando y hoy sólo queda un pequeño
tramo de escasa profundidad. Allí, a unos 200 metros del cauce principal del
río, está hundida en el barro la “Carmen Ligera”.
Estado del naufragio
Javier Saucedo y José Luis Aguilar,
del equipo del Museo, fueron quienes pudieron llegar hasta el naufragio
aprovechando un pico de la bajante. Recorrieron en lancha los 25 kilómetros de
río que separan a San Pedro del punto del hallazgo, para fondear en la entrada
del arroyo y bajar un kayak con el que lograron alcanzar los restos debido a la
poca profundidad que presentaba el lugar. Ese día el río estaba más bajo que en
el momento en el que Novaro divisó el naufragio, por lo que la barcaza podía
verse en toda su longitud.La embarcación fue construida con tablas de madera
muy resistentes, de buen espesor, que aún resisten el embate de los años. Está
semi enterrada en un barro fino, denso y oscuro y cubierta por una capa de agua
de unos 50 cm. Pero todo cambiará cuando el río se normalice y la vuelva a
tapar totalmente.
El punto visible más alto es el
puntal de proa, que sobresale algo más de un metro veinte de la superficie. Al
ras del agua está la borda de la embarcación, la tapa de la bodega y la de su
sala de máquinas. En la popa todavía puede verse el eje del timón. El interior
del casco está ocupado por el fango que el río depositó allí en casi un siglo
de sedimentación. Los integrantes del Museo de San Pedro pudieron observar un
fragmento de metal quemado que revela la intensidad de las llamas que devoraron
el fondo de la “Carmen Ligera” aquella noche.
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