ALMACÉN DELL`ACQUA (Rio Tala)


ALMACEN DELL’ACQUA

Por los años 1925, la familia Dell’Acqua, vivía en los campos de Muro, donde trabajaban en agricultura. El que sería después nuestro Padre, (don Ramón, para el común de la gente Luis) abrió un almacén en el paraje la Celina, estando allí y concurriendo a los bailes de Arrecifes conoció a nuestra madre, Rosa Cuñer, que vivía en ese lugar.

Después de unos años decidió trasladarse a Río Tala, construyendo una vivienda y local destinado a instalar un almacén, frente a la carnicería de Tettamanti, casándose en al año 30; allí nacimos Hugo y yo, mis recuerdos de niña son hermosos.

Todas la mañanas muy temprano, mi Padre, abría el almacén con el mate en la mano y el primer cliente que llegaba a tomar su caña era Benito Tettamanti; recuerdo las estanterías repletas de mercaderías, entre otras cosas, la Ginebra Llave y Bols, en su botella de barro cocido que luego se usaba para calentar los pies, la Hesperidina Bagley y su botella en forma de barril, la caña Piragua, la yerba que venía en bolsas cilindricas cuyas tapas de madera se usaban como ruedas para hacer carritos, las alpargatas Rueda, la yerba en paquetes Meta fierro y Safac, cuya publicidad era un avión que escribía su nombre con humo en el cielo, los cajones de madera donde se almacenaba yerba, azúcar en terrones, fideos etc. que se vendían suelto, envuelto en papel de estraza, los mostradores, la balanza de platos con sus pesas de bronce, un mueble con tapa de vidrio donde era mi deleite mirar las cosas que en el había; seguía el despacho de bebidas y las infaltables mesas con bancos, donde despuntaban el vicio los jugadores de truco y tute cabrero; y la heladera a hielo de madera con sus estantes llenos de bebidas que, fue suplantada tiempo después, con una que funcionaba a kerosén.

Se llenaba de parroquianos y de mujeres para hacer sus compras, la mayoría con libretas de las cuales, muchas se pagaban al levantar la cosecha, ustedes se preguntaran, ¿ que pasaba si fallaba la cosecha?, como todo negocio tenía sus riesgos; las conversaciones amables y nosotros, muchas veces en el medio, éramos sacados por nuestros tíos mandándonos con nuestra madre, ¡no nos gustaba! pero en es época había que obedecer.

El surtidor a manija para la venta de nafta Shell, los sulkys y caballos atados en el palenque o algún árbol y algunos coches que indicaban que alguna cosecha había sido muy buena.

A pesar de haber quedado muchas cuentas sin pagar y mucho trabajar, mi Padre hizo construir en nuestro patio una casa para la abuela Rosa y los tíos solteros.

Mas tarde se anexó la venta de aceite emulsionable que se usaba para la cura de vegetales, estando a cargo de la venta y reparto mi tío Gerónimo, como así también la compra de batatas que se enviaban al mercado Dorrego en Buenos Aires, donde alguna vez acompañaba a mi tío Santiago manejando el camión.

También, nuestro almacén fue, mas de una vez, punto de reunión para la construcción de la capilla y de reuniones políticas; el Padre Celeste iba muy seguido y tenía sus largas conversaciones y discusiones, recuerdo que se había organizado una gran fiesta y estaba por llover y el padre decía “la providencia nos va a ayudar” y así fue, resultó todo en éxito.

De lo que no me cabe duda es de que la nuestra fue una linda familia, muy felices, con alegría y problemas, como puede suceder en cualquier otra.

Colaboración de la Sra Elsa Dell´Acqua.

Comentarios

Beatriz Loyola ha dicho que…
Qué bonita historia. Me intrigó la yerba metafierro. De qué año y en dónde se producía?
Gracias. Saludos desde Mendoza

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