MEMORIAS DE UNA NAVE ENCALLADA



Las crecidas y estiajes del río Paraná han condicionado siempre la vida de las poblaciones ribereñas. San Pedro es una de ellas y en estos días aumenta la expectativa por la creciente que se avecina, con la consiguiente preocupación. Una inquietud reiterada a través de los tiempos, como lo expresan las notas publicadas el 28 de enero de 1912 en el periódico El Independiente al anunciar la postergación de las regatas programadas por el Club Náutico “a causa de los inconvenientes con que se tropieza debido a la creciente del río”, y la varadura en el paraje conocido por isla de Bachicha de un buque de guerra brasileño que se dirigía al Paraguay “cuya situación es algo difícil pues ha pedido ayuda a la casa Lussich de Montevideo.”

Anticipando esta última noticia, en el antiguo Libro de Guardia N° 14 de la Subprefectura del Puerto de San Pedro, como se la designaba entonces, se destaca en el informe correspondiente al día 26 de enero de 1912 la observación realizada desde las barrancas del puerto, desde donde se divisa que en el paraje Vuelta del Dorado se encuentra varado un buque de guerra, no pudiendo distinguirse a qué bandera pertenece. Horas más tarde, la información da cuenta de la presentación en esa oficina de un oficial de la escuadra brasileña quien comunica que desde las 3 horas del mencionado día se encuentra encallado el buque de guerra de la misma bandera y a cuya tripulación pertenece, denominado Tamoyo, de arboladura crucero torpedero, y que esto ocurrió en circunstancias que navegaba con destino a la Asunción del Paraguay piloteado por el práctico Antonio Valentino, tomado en Montevideo.
El Departamento Naval de la Marina de Brasil asevera las características del Tamoyo, llamado así en homenaje al valiente cacique Tamoio, jefe de una tribu amerindia que luchó contra los portugueses: Dimensiones: eslora, 86.04 m; manga, 8.40 m; puntal, 5.58 m y calado,3.80 m. Combustible: 295 toneladas de carbón. Velocidad: 21 nudos. Armamento: 10 cañones, 2 ametralladoras, 3 lanzatorpedos. Tripulación: 155 hombres.
Para una mayor comprensión de las circunstancias, cabe agregar que el río Paraná presentaba para esos días una importante creciente que esa Subprefectura registró con 3,72 m en el día 28, y que alcanzó en su culminación en esa temporada los 4,02 m.
Se asienta luego un nutrido intercambio de telegramas y correspondencia entre la Subprefectura y diversos destinatarios tendientes a auxiliar esta nave, entre ellos el dirigido con la demanda de auxilio a la casa Lussich de Montevideo, primera empresa de lanchajes, remolques y salvamentos de Sudamérica, y otros del señor jefe del Estado Mayor y el agregado naval de Brasil. Hasta que el día 1° de febrero, en la lancha con motor a nafta Margarita llevan correspondencia hasta la nave encallada comunicando que el día 31 de enero habían llegado los remolcadores orientales Powerfull y Huracán y una chata de Montevideo para el salvamento.

Con el mismo fin, el día 6 de febrero llegan al lugar dos vapores con cuatro chatas desde Paraná y una draga del Ministerio de Obras Públicas de la Nación.
Por su parte, El Independiente publicó el domingo 4 de febrero de 1912 una interesante nota sobre este suceso en la que describe la situación de esta nave diciendo con cierto optimismo que “si bien es incómoda, no resulta tan difícil como aparece en las noticias publicadas por los diarios de Buenos Aires y Montevideo. Aligerado el barco de su artillería, carbón y municiones, le será fácil zafar con los auxilios que ya había recibido de nuestro departamento de marina, consistentes en remolcadores y una draga.” Además este mismo periódico comenta la resonancia que tuvo en la población de San Pedro la varadura de este crucero de guerra, ya que “no obstante lo retirada que se encuentra esa nave de nuestro puerto, ha sido visitada a diario por numerosas familias de nuestra sociedad, las que en el yacht Albatros y la lancha Nerón han repetido sus visitas atraídas por la exquisita gentileza de la oficialidad del Tamoyo.” “El comandante de esta nave, señor Serejo como también su segundo, capitanes Cardoso y Baena y tenientes Braga, Lamenho, do Rego Ramos, Acevedo, Curtinho y otros oficiales, han confirmado con sus cultas manifestaciones la justicia del concepto que por ese prisma nos merecen sus compatriotas. Hemos admirado con vivo placer las múltiples cualidades artísticas que adornan al teniente Armando Braga, el que, además de su ilustración de marino, es un enciclopédico en el arte. Hemos leído varias veces sus composiciones literarias que revelan al poeta espontáneo y hemos oído su ¿Perché? que evidencia al músico inspirado. Como escultor manifiéstase de una concepción rápida y segura, cosa que hemos podido apreciar en sus maquetas de La Mestiza y de El Práctico, este último de una fidelidad admirable. Entre las visitas que han tenido a su bordo, hemos visto a las familias de Millán, Mamberto, Haymes Biedma, Parborell, Perazzo, etc., y a los señores Troglio, Curutchet, Palma, Carreras, Noceti, Rosas, Soulá, Satóstegui, M. Fernández y otros muchos que no recordamos.”

Pero el mismo día en que se publicaban estas gratas noticias, un accidente vino a perturbar el encanto de esta singular corriente de simpatía establecida entre los sampedrinos y los tripulantes varados, accidente que el periódico describe diciendo que “el domingo 4, en momentos que regresaba el yacht Albatros de una visita que había hecho al crucero brasileño Tamoyo, tripulado por las familias de los señores Parborell, Dinard, Haymes Biedma y otras, el viento que esa noche soplaba con bastante intensidad desmanteló el buque, dejándolo a merced de la corriente, porque el timón no gobernaba. Felizmente la fuerza de la marejada lo llevó sobre la isla, donde pasaron la noche, hasta que a la mañana siguiente fueron trasladados a ésta por un remolcador que venía del Tamoyo. Ha sido un accidente con suerte, pues felizmente no hubo desgracias que lamentar, a excepción de los desperfectos ocasionados al yacht.”
En el Libro de Guardia de la Subprefectura local consta que el 10 de febrero intentan canalizar a 2 metros de su casco una profundidad de 16 pies de popa y 14 pies de proa, pero que será necesario hacer la misma operación en la banda de estribor.
El periódico informa a la población que “la draga facilitada por el gobierno argentino ha canalizado 86 metros de largo por 20 de ancho, con una profundidad de 14 pies.”
El Libro de Guardia registra que al día 13 de febrero el crucero permanece encallado y que el día 14 llega la draga 10 C.
Por fin el día 16 de febrero fue tironeado y pudo zafar.

Sobre este tan esperado suceso, El Independiente hace saber que “el Tamoyo fue puesto a flote” y que “fondeó frente a la isla de Arnaldo, cerca de la boca de nuestra laguna, donde se dice que permanecerá varios días hasta terminar de cargar los cañones y el carbón que tuvo que trasbordar a causa de la varadura. También se dice que una vez que esté listo, el crucero emprenderá viaje a Brasil en vez de seguir al Paraguay.”
El día 19 el Libro de Guardia informa que el crucero fondeó frente al puerto en el río Paraná y que el práctico Paulino Valadares, por disposición del Prefecto, se pondrá a la orden del señor comandante del Tamoyo.
Mientras la nave se aprestaba para partir, en la noche del viernes 23 de febrero, “en los salones del Club Unido se llevó a cabo un lunch y un espléndido baile dedicados a la oficialidad del crucero Tamoyo.” “Numerosas y distinguidas familias hicieron acto de presencia y la oficialidad fue muy agasajada”. La nota se refiere también a las últimas noches de Carnaval, y narra que en los tradicionales corsos los palcos estaban ocupados en su totalidad y que el tránsito de vehículos y de peatones se hacía difícil por el número de concurrencia. “A la elegante oficialidad y marinería del crucero Tamoyo que concurrieron al corso se les tributaron entusiastas aplausos; los carruajes que ocupaban estaban completamente cubiertos de flores y serpentinas.” Además esta oficialidad estuvo presente en los bailes de carnaval del Club Unido, donde fue muy agasajada. Por su parte, el comandante del Tamoyo, señor Serejo, retribuyó las atenciones recibidas de la sociedad sampedrina, “en la magnífica nave de su mando el domingo 25 de febrero. Desde la una pm. hasta las cuatro, en el sitio designado para el embarque (embarcadero del Club Náutico) se congregaban selectos números de familias.”… “las lanchas a vapor de Toriano, del Tamoyo y de Carrucho eran las destinadas para conducir los invitados a bordo de la nave, realizando numerosos viajes”…”El Tamoyo estaba completamente adornado con banderas y plantas y una pequeña orquesta ubicada en un sitio preferencial, amenizaba la fiesta. Ha tenido esta fiesta un digno coronamiento, resultando todo un acontecimiento social, rivalizando la extraordinaria concurrencia en demostraciones de alto tono, animación y singular aprecio a la tripulación de la nave.”… “Al señor Juan Carlos Parborell, después de la oficialidad, es a quien le corresponde el honor de haber llevado a cabo la fiesta con un entusiasmo digno de todo elogio.” Después de un lunch con champagne en abundancia, la concurrencia entonó el Himno Nacional Argentino acompañado por la orquesta, pero no el de Brasil por falta de preparación. “Disfrutaron de esta hermosa fiesta, elegantemente ataviadas, las señoritas y familias de Parborell, Perazzo N., Perazzo L., Dinard, Aldazábal, Mamberto, Altunaga, Renaudiere, Peralta, Rivademar, Santana, Matas, Laurin, de las Heras, Llago, Monteverde, Homps, Munné, Surín, Mulet, Allemand, Chacón, Belén, Vázquez, Martínez y muchas otras cuyos nombres no recordamos.”...“Hasta entrada la noche, cortas nos parecían las horas transcurridas, y la despedida tuvo que hacerse forzosamente después de vivar con entusiasmo a las Repúblicas Brasileña y Argentina, al dignísimo comandante, a la oficialidad y tripulación del Tamoyo, deseándoles un feliz viaje.”

En el Libro de Guardia de la Subprefectura del puerto de San Pedro consta que el día 26 de febrero a las 5 horas el crucero brasileño Tamoyo zarpó con destino al puerto de Buenos Aires.
Según El Independiente, la nave “entraría a dique seco para sufrir una recorrida general del casco y las reparaciones que se consideren necesarias.”
Con la partida del crucero concluyó este episodio que despertó el marcado interés de los vecinos de San Pedro en el comienzo de aquel lejano 1912. Pero se podría suponer que el recuerdo de estos sucesos habrá perdurado por mucho tiempo entre los ocasionales rehenes brasileños del Tamoyo, así como en la nostalgia del cálido grupo de la sociedad lugareña que trató de hacerles más tolerable ese largo mes cargado de incertidumbres. Evocaciones que aún hoy, después de tantos años, nos rozan con la frescura de ese ejemplo de colaboración, fortaleza de ánimo y claro sentido de la amistad sin barreras: evocaciones prendidas gentilmente en las páginas de la historia sampedrina y en las memorias de la nave encallada.
Colaboración: Julia McInerny

Fuentes:
. Archivo del periódico El Independiente
. Embajada de Brasil - Departamento Naval:
http://www.naviosdeguerrabrasileiros.hpg.ig.com.br/T/T009/T009.htm
. Libro de Guardia N° 14 (22 de mayo de 1909 – 13 de mayo de 1912)
perteneciente a la Subprefectura del puerto de San Pedro, actual Prefectura sita en
calle 25 de Mayo N° 268.
Portal del municipio Maldonado, República de Uruguay:
http://www.maldonado.gub.uy/lussich.php

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Hola!
Muy interesante el artículo!
Hoy en día los cruceros desde Buenos Aires están de moda! Este año vuelvo a pasar mis vacaciones en uno de ellos! Se lo recomiendo a todos!
Saludos,
Syd

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