DIA DEL INMIGRANTE


Luis Chiodini
EL DÍA DEL INMIGRANTE SE CELEBRA EL 4 DE SETIEMBRE SEGÚN DECRETO DEL PODER EJECUTIVO NACIONAL Nº 21.430 EL AÑO 1949.

Mi abuelo, Luiggi Chiodini, llegó de Italia en el vapor Orione el quince de mayo de 1887, tenia 27 años de edad, de profesión jornalero y de estado civil soltero. Era natural de Marcallo, prov. de Milán, e hijo de Carlos Chiodini Italiano y María Balbula alemana.
Según los registros existentes llegaron a la Argentina, entre los años 1882 y 1905, sesenta y dos inmigrantes de ambos sexos del mismo apellido, siendo el único que llegó en ese viaje.

Su primera esposa fue la señora Josefa Tettamanti con quien tuvo dos hijos, Teresa Virginia casada con Pedro Botta y Carlos y, en segundas nupcias fué María López, mi abuela, con quién tuvo tres hijos, Virginia, casada con José Biscia, José, casado con Luisa Biscia y Fernando casado con Luisa Armellini, mis padres.
Mi abuela María falleció el 23 de abril del año 1901 a los veintinueve años, mi padre tenía un año y cinco meses y, el abuelo Luís, el 29 de setiembre del mismo año a la edad de cuarenta y un años.


María Lopez

La historia de mi abuelo no debe de ser distinta, en general, a la de la mayoría otros tantos inmigrantes italianos.
La economía en Italia, a mediados del siglo diecinueve, no era distinta a la mayoría de los países de Europa, la mayor parte de la población vivía en la pobreza mientras que, una minoría se beneficiaba explotando a esa mayoría, sometiéndolos a condiciones de trabajo casi inhumano y jornales rayanos en lo miserable.
Según la enciclopedia “Wikipedia” entre otras causas que hicieron que los italianos emigraran se pueden contar:
“Las Guerras mundiales.
La débil capacidad de adaptación de la economía italiana a la revolución industrial.
Las epidemias de cólera en los siguientes períodos: 1835-37 ; 1854-55 ; 1865-67 ; 1884-85.
La debilitación de los órganos asistenciales. La aparición de la burguesía desmonta a los mismos, estrechando el presupuesto estatal. Debido a esto aumenta la criminalidad, siendo expulsados de su territorio los italianos que no se "adaptaban" al sistema industrial.
La presión demográfica; Las familias que basaban sus ingresos en la producción agraria crecen sin encontrar nuevos territorios para sus cultivos. Por lo tanto, deben emigrar para conseguir mantener su forma tradicional de producción.”
“Según datos de la “Fundación Agnelli”, algunos de los puertos de embarque hacia Argentina fueron: Génova, Messina, Trieste y Nápoles.”

También para esa época, La República Argentina, que era un inmenso país, con tierras fértiles, condiciones climáticas disímiles desde el frío sur al cálido norte pero, apta para toda clase de producciones, contaba con un déficit poblacional muy importante.
Ante esa perspectiva, los gobiernos de la época pusieron en marcha una política inmigratoria que hizo que una de las metas soñada por esos habitantes fuera “La América”.
Entre los arribados a nuestro suelo los había con distintos/as profesiones, oficios u ocupaciones, peluqueros, músicos, carpinteros, mecánicos, herreros, médicos etc. pero, según se desprende de los listados de inmigrantes llegados, la mayoría figuraban como agricultores y jornaleros.

En nuestro partido de San Pedro y, remontándonos también a aquellas épocas, había grandes extensiones de campo, la mayoría dedicada a la cría de ganado, y los hacendados, ante la llegada de estas oleadas de inmigrantes vieron la oportunidad de incursionar en una nueva actividad, “La Agricultura”.
En estos campos se fueron afincando los colonos, en parcelas normalmente de no más de 50 hectáreas donde, a fuerza de sacrificios, privaciones y penurias fueron subsistiendo ya que no todo era “color de rosa”, las condiciones de trabajo eran durísimas, no siempre contaban con herramientas adecuadas, en muchos casos solamente un arado de mancera, tenían tres enemigos implacables, las grandes lluvias, las sequías y cuando una cosecha “pintaba” llegaba la langosta, a lo que había que agregarle, en muchos casos y por muchos años, los leoninos contratos a que eran sometidos por parte de los propietarios, situación esta que comenzó a revertirse con la rebelión de los campesinos en el año 1912 en la ciudad de Alcorta Prov. de Santa Fé conocida como “El Grito de Alcorta”.

Así y todo, poniendo el pecho a las adversidades, criando en la mayoría de los casos gran cantidad de hijos, ahorrando “pesito sobre pesito”, muchos fueron progresando, del “aradito” de mancera, al de una reja, luego el de dos, las rastra, el disco y todo se iba haciendo mas fácil, el sulky o charret para venir al pueblo, empezaron a circular los colectivos, El expreso Bondi que iba a Santa Lucia, Empresa Rivadavia a Pérez Millán, Ciudad de San Pedro para Arrecifes, El Progreso a San Nicolás Expreso Talense a Río Tala y Empresa el Porvenir a Capitán Sarmiento, recorriendo los caminos rurales y, hasta algunos se podían comprar un “autito”.

Se fueron formando los parajes en los que no faltaba el almacén, en muchos de ellos había estafetas postales, herrerías, peluquerías, panaderías o algún otro negocio y, los vecinos del lugar, ante la necesidad de tener un lugar de reuniones, esparcimiento y practicar algún deporte fueron fundando los “Clubes de campo”, entre los que podemos recordar: Villa Teresa en el Almacén de los Hermanos Tettamanti, La Celina en el paraje del mismo nombre, Sol de Mayo en el Almacén del Centro, La Esperanza en La Rosada, La Agricultura en Almacén de Planas, El independiente en La Bolsa, 12 de octubre en la Buena Moza, Huincaló en La “Rebancha”, El Universal en Almacén Beladrich, en Parajes Tablas “Tablense Atlethic Club”, Villa Elena en La Colorada etc.

Con el correr de los años el campo se fue despoblando, condiciones económicas desfavorables, la superficies que disponían para sus cultivos era insuficiente y los jóvenes, al tener mas posibilidades de estudio, tomaron otros rumbos.
Recorriendo la zona rural de nuestro partido se encontrarán grandes extensiones de campo, dentro de ellos casas en ruinas o, pequeños bosquecillos, que seguramente pasarán desapercibidas, pero que a muchos nos llena de recuerdos.

En estos lugares se escribieron historias de vida, vida llena de esperanzas, de alegrías, de sacrificios y de tristezas, estas taperas que hoy vemos fueron, en una época, el hogar de muchos de nuestros antepasados que, llegaban a nuestro país escapándole al hambre y la miseria que reinaba en Europa diezmada por las guerras, en busca de nuevos horizontes, de paz y prosperidad, meta que muchos consiguieron con grandes esfuerzos y privaciones.

Esta es una pequeña historia de aquellos que hicieron que, en una época, nuestro país fuera llamado “El granero del mundo”.


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