LOS RADIOAFICCIONADOS

Alberto Pincay (i) y Ernesto Durán manipulan equipos que pueden costar entre 600 y 10 mil dólares.
Circulo de Radioaficionados Rosario
LU5FB
Los radioaficionados, servidores de la comunidad
Recordamos habitualmente fechas importantes, el Día de la Madre, de la Patria, y las que tienen relación con los acontecimientos familiares y profesionales, pero algunas de ellas pasan desapercibidas, como es el Día del Radioaficionado, que se recuerda el 21 de octubre.

Esta actividad, en parte un hobby y en parte un servicio, es la única que en casos de emergencias, catástrofes o la imperiosa necesidad de comunicarse, está lista para servirnos. Los avances tecnológicos, internet, celulares, transmisión de datos vía satelital, etcétera, dejan de funcionar si no hay energía.

El radioaficionado, con su equipo, una antena precaria y una simple batería, incluso la de su automóvil, está listo para actuar... ¡Cuántas veces hemos salvado vidas comunicando la emergencia! Muchos de nosotros atesoramos momentos inolvidables vinculados a estos eventos. Hoy recuerdo aquellos tres radioaficionados cordobeses que fueron como voluntarios a Malvinas, apoyando con sus equipos a nuestras tropas.

Hoy, en nuestro día, no necesitamos recordatorios ni homenajes, pero desde Marconi hasta la actualidad, nos sentimos orgullosos por la posibilidad de comunicarnos y ser útiles a la sociedad.

Hernán E. López Vernengo, radioaficionado, licencia de la CNC LU3MD, DNI 6.876.097
Artículo aparecido en la revista dominical del Diario "El Universo" de Ecuador
Radioaficionados conectados al mundo
Texto y Fotos: Moisés Pinchevsky (moises@pinchevsky.net)

Celulares, teléfonos, faxes, internet... Dicen que ninguna de esas tecnologías puede compararse con las radios de alta frecuencia. Ellos defienden su afición.

El 19 de septiembre de 1985, el mundo estaba conmovido ante la desgracia. México había sido seriamente afectado por un intenso terremoto que provocó unos 40 mil muertos en todo el país. La capital vio colapsar muchos de sus edificios, entre ellos la Central de Telecomunicaciones. Por ello, los mexicanos no solo habían quedado golpeados. También estaban mudos.

“Cuando nos enteramos, tres radioaficionados viajamos al Distrito Federal para ayudar a los ecuatorianos residentes a contactarse con sus familiares en Ecuador e informar de su situación. Pero era tanta la gente que necesitaba nuestra ayuda, que comenzamos a colaborar con los demás damnificados y a enlazarnos con las entidades de socorro del mundo. Ecuador se lució por la ayuda que brindó en medio de esa tragedia”.

La anécdota la recuerda Alfredo Solines (73 años), guayaquileño que participó en esa misión junto a Luis Rabascal (fallecido) y Efrén Real. “El propósito principal del radioaficionado es el servicio social en las comunicaciones, especialmente en desastres”, agrega Solines, siete veces campeón mundial de telegrafía sin hilos y miembro del Huancavilca DX RadioClub de Guayaquil, formado por una veintena de amigos que comparten ese hobby que engloba 3 millones de personas en el mundo, unos 100 en el país y cerca de 50 en Guayaquil.

La telegrafía es una rama de la radioafición que requiere la especial habilidad de entender y transmitir el alfabeto morse con rapidez. Allan Hacay-Chang (37 años), presidente de esa entidad, practica esa especialidad desde hace un año, aunque tenía 17 cuando ingresó a la radioafición. “Conocí este hobby a través de un tío y un primo, a quienes observaba cómo realizaban comunicaciones con distintas partes del planeta. En mi inicio, una chilena enferma de cáncer fue al Radio Club de Guayaquil (entidad a la que pertenecía) para solicitar que contactemos a sus parientes en Chile. Ella no tenía dinero para llamar y necesitaba hablar con ellos de urgencia. Logré enlazarme con un radioclub en Santiago que logró contactar a la familia de ella y así lograron comunicarse”, indica Hacay-Chang, ingeniero electrónico también aficionado a armar los equipos y antenas de su pasatiempo.

AYUDA SOCIAL Y AMISTAD
La capacidad del radioaficionado de instalar sus equipos en cualquier espacio ha permitido que los defensores de este pasatiempo hayan colaborado con la Defensa Civil y Cruz Roja en desastres como los provocados por el fenómeno El Niño de 1982 y 1998, y La Josefina (1993), al igual que para establecer contactos con el Buque Escuela Guayas o la estación del Ecuador en la Antártica.

Alberto Pincay Paz, abogado de 68 años, destaca también la posibilidad de conectarse con prácticamente cualquier país del mundo para conocer personas también afines a este hobby. “De lo único que no podemos hablar es de política, religión o negocios, temas que pueden provocar polémicas. Se trata de hacer amigos y conocernos mejor entre los países”, indica Pincay, quien se alegra de que esa facilidad permita a los radioaficionados del mundo participar en competencias internacionales.

“El propósito es sumar la mayor cantidad de contactos en el extranjero. Podemos hacer hasta 200 contactos en una hora”, indica sobre esa actividad que consiste en buscar aleatoriamente en la banda de la radio a personas que estén conectadas, siendo las más valiosas en puntos aquellas localizadas en lugares recónditos. “Una conexión con alguien en Galápagos es muy apreciada en estas competencias”, indica Pincay, quien es propietario de una finca en Nobol que funciona como la base del grupo cuando participan en esos concursos internacionales, en los cuales el Huancavilca DX RadioClub, fundado en el 2005, ha sumado una decena de galardones.

La posibilidad de realizar tantos contactos es el mejor ejemplo de democracia, según Ernesto Durán. “Todos somos iguales, nadie se diferencia por su apariencia, capacidad económica, color de piel, cultura y ni siquiera por el nombre, porque cada uno se identifica con un código”, indica Durán, conocido en la radioafición como HC2ED: HC es Ecuador, 2 por Guayas y ED por las siglas de su nombre.

Omar Ramos (HC2OR), abogado de 64 años, se inició en la radioafición hace 45 años porque su padre también participaba. En ese tiempo ha aprendido que esta actividad es particularmente para ayudar, para hacer amigos, para compartir con el mundo. Por eso se siente orgulloso de pertenecer a este grupo humano que conoce el significado de la solidaridad.

Así coincide René Santos, psicólogo de 44 años, quien comenzó de niño porque su abuelo era telegrafista. “Un día que lo visitaba lo vi con sus equipos y le pregunté qué hacía. ‘Recibo telecomunicaciones’, me respondió”. Desde entonces se ha involucrado en esta afición que algunos pensaron se extinguiría con la llegada del internet y los celulares, pero que ha sabido sobrevivir porque esta tecnología no se basa en cables ni en circuitos, sino en el corazón de quienes unen al mundo con voces, pulsos electrónicos, solidaridad y un abrazo fraternal.
Fuente: Circulo de Radioaficionados Rosario - Pje Caldas 658 - 2000 Rosario Sfe - Te. 0341-4390386

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